domingo, 20 de septiembre de 2009

LA COJITA ESTA EMBARAZADA

La cojita está embarazada.
se mueve trabajosamente,
pero qué dulce mirada
mira de frente.

Se le agrandaron sus ojos
como si su niño
también le creciera en ellos
pequeño y limpio.
A veces se queda viendo
quién sabe qué cosas
que en sus ojos blancos
se le vuelven rosas.

Anda entre toda la gente
trabajosamente.
No puede disimular,
pero, apunto de llorar,
la cojita, de repente,
se mira el vientre
y ríe. Y ríe la gente.

La cojita está embarazada
ahorita está en su balcón
y yo creo que se alegra
cantándose una canción:
"cojita del pie derecho
y también del corazón".

Jaime sabines

Respiras y yo

Contracciones de amor
van y vienen de ti
por dentro y por fuera
de repente los latidos se aceleran
empiezo a sentir que es algo especial
la bolsa parece papel celofán
se rompe a la vez que veo escapar
el mar que en tu vientre me hacía flotar
no sé si será esta vez la última o la primera
solo sé que hay olor a primavera...
Me acerco a la luz, me alejo de ti
te cambio por eso que llaman vivir
me acerco a la luz
tu abres la salida
que me lleva a eso a lo que llaman vida

Una luz al final
donde voy a pasar
hay ruido allí fuera
por momentos se te ensanchan las caderas
respiras y yo respiro por tí
empujas, no sé si deseo salir
me noto rodar despacio hasta el fin
más cerca, más ruido, más lejos de aquí
no sé si me voy de ti o eres tú quién me dejas
tu nerviosa y frágil,
yo desnudo y dando vueltas

Me acerco a la luz, me alejo de ti
te cambio por eso que llaman vivir
me acerco a la luz
tu abres la salida
que me lleva a eso a lo que llaman vida

Después de salir, me dejan sobre ti
me hacen llorar, te veo sonreir
y sé que esto es algo que nunca
nunca jamás
nunca jamás volveré... a reperir...

Me acerco a la luz, me alejo de ti
te cambio por eso que llaman vivir
me acerco a la luz
tu abres la salida
que me lleva a eso a lo que llaman vida

Me acerco a la luz, me alejo de ti
te cambio por eso que llaman vivir
me acerco a la luz
tu abres la salida
que me lleva a eso a lo que llaman vida

Me acerco a la luz, me alejo de ti
te cambio por eso que llaman vivir
me acerco a la luz
tu abres la salida
que me lleva a eso a lo que llaman vida

Vida, Vida, Vida, Vida

Canción de la niñez»

Cuando el niño era niño,
andaba con los brazos colgando,
quería que el arroyo fuera un río,
que el río fuera un torrente,
y este charco el mar.

Cuando el niño era niño,
no sabía que era niño,
para él todo estaba animado,
y todas las almas eran una.

Cuando el niño era niño,
no tenía opinión sobre nada,
no tenía ningún hábito,
frecuentemente se sentaba en cuclillas,
y echaba a correr de pronto,
tenía un remolino en el pelo
y no ponía caras cuando lo fotografiaban.

Cuando el niño era niño
era el tiempo de preguntas como:
¿Por qué yo soy yo y no soy vos?
¿Por qué estoy aquí y por qué no allá?
¿Cuándo empezó el tiempo y dónde termina el espacio?
¿Acaso la vida bajo el sol es tan solo un sueño?
Lo que veo oigo y huelo,
¿no es sólo la apariencia de un mundo frente al mundo?
¿Existe de verdad el mal
y gente que en verdad es mala?
¿Cómo es posible que yo, el que yo soy,
no fuera antes de existir;
y que un día yo, el que yo soy,
ya no seré más éste que soy?

Cuando el niño era niño,
no podía tragar las espinacas, los porotos,
el arroz con leche y el coliflor.
Ahora lo come todo y no por obligación.

Cuando el niño era niño,
despertó una vez en una cama extraña,
y ahora lo hace una y otra vez.
Muchas personas le parecían bellas,
y ahora, con suerte, solo en ocasiones.
Imaginaba claramente un paraíso
y ahora apenas puede intuirlo.
Nada podía pensar de la nada,
y ahora se estremece ante a ella.
Cuando el niño era niño,
jugaba abstraído,
y ahora se concentra en cosas como antes
sólo cuando esas cosas son su trabajo.

Cuando el niño era niño,
como alimento le bastaba una manzana y pan
y hoy sigue siendo así.

Cuando el niño era niño,
las moras le caían en la mano como sólo caen las moras
y aún sigue siendo así.
Las nueces frescas le eran ásperas en la lengua
y aún sigue siendo así.
En cada montaña ansiaba
la montaña más alta
y en cada ciudad ansiaba
una ciudad aún mayor
y aún sigue siendo así.
En la copa de un árbol cortaba las cerezas emocionado
como aún lo sigue estando.
Era tímido ante los extraños
y aún lo sigue siendo.
Esperaba la primera nieve
y aún la sigue esperando.

Cuando el niño era niño,
tiraba una vara como lanza contra un árbol,
y ésta aún sigue ahí, vibrando.

Con tu vientre abultado

...con tu vientre abultado
ahi llevas un sueño
ahi llevas las femeninas fantasias
llevas al cielo
y quizás unas cuantas lágrimas,
miro tus ojos
se ven como luces en la penumbra
oigo sus latidos
su nombre sera jazmin
llevas en ti algo de tristeza
llevas en ti algo de belleza
y ella
es como un pájaro que vuela en libertad,
te ves hermosa
con una niña... Read more en tu vientre
ahi llevas el color de tus pinturas
ahi llevas una poesia eterna
ahi llevas el origen de la vida,
las noches frías
son cubiertas de abrazos
y de una cancion suave
suave como la luna que ilumina los embarazos
de un millón de chicas bellas como tú,
y le escribirás poemas
y le leerás cuentos
y le hablarás de dali, marcel duchamp y el principito,
el doctor dijo: ella está bien, nacerá en agosto!!!
tu lloraste
yo seque tus lagrimas.



- Anónimo

UN PRINCIPIO SIN FIN (DEDICADO AL MUNDO)

Entre el follaje verde
de un olvidado continente
corre entre montañas como serpiente
un río que hecho nudos encanto esconde

Como camino antiguo de un gigante
guarda huellas en su recorrido
siete cántaros de nivel profundo
asesinos de la luz del sol naciente

toda una aventura es esta cultura
que siendo hombres envueltos por emoción y miedo
son lobos, ranas, para luego ser moscas y por error
peces y por fin culebras retando a la altura

un camino que no tiene regreso
una historia que de la imaginación nos ha hecho presos
pues cuenta un anciano en tono de rezos
que al ocaso un chivo cierra el paso

si esto es verdad o mentira
no me importa creo que delira
pues en vez de un chivo lila
vi en las paredes mantos nacientes haciendo fila

follaje hermoso y vistoso
cual manto de doncellas
que sirve como lugar de querellas
a los animales que huyen de lo caluroso

el vestido que cubre a la séptima posa
dejaría asombrado incluso al tuerto
ya no sigo con este verso que parece cuento
mejor me apuro a salir del chivato

pues ya dan las seis de la tarde
y por si el chivo sale de donde se esconde
mejor corro pues con dos cuernos me basto
a nadie le agradan dos más, ¿cierto?

LA CAIDA DE LAS HOJAS

Cayó como una rosa en mar revuelto...
Y desde entonces a llevar no he vuelto
a su sepulcro lágrimas ni amores.
es que el ingrato corazón olvida,
cuando está en los deleites de la vida,
que los sepulcros necesitan flores.

Murió aquella mujer con la dulzura
de un lirio deshojándose en la albura
del manto de una virgen solitaria;
Su pasión fue más honda que el misterio
vivió como una nota de salterio,
murió como una enferma pasionaria.

Espera, -me decía suplicante-
todavía el desengaño está distante...
no me dejes recuerdos ni congojas;
Aún podemos amar con mucho fuego;
no te apartes de mí, yo te lo ruego;
espera la caída de las hojas...

Espera la llegada de las brumas,
cuando caigan las hojas y las plumas
en los arroyos de aguas entumidas.
Cuando no haya en el bosque enredaderas
y noviembre deshoje las postreras
rosas fragantes al amor nacidas.

Hoy no te vayas, alejarte fuera
no acabar de vivir la primavera
de nuestro amor, que se consume y arde;
Todavía no hay caléndulas marchitas
y para que me llores necesitas
esperar la llegada de la tarde.

Entonces, desplomado en tu cabeza
en mi pecho, que es nido de tristeza,
me dirás lo que en sueños me decías,
pondrás tus labios en mi rostro enjuto
y andarás con un listón de luto
mis manos cadavéricas y frías.

¡ No te vayas por Dios...! Hay muchos nidos
y rompen los claveles encendidos
con un beso sus vírgenes corolas;
todavía tiene el alma arrobamientos
y se pueden juntar dos pensamientos
como se pueden confundir dos olas.

Deja que nuestras al mas soñadoras,
con el recuerdo de perdidas horas,
cierren y entibien sus alitas pálidas,
y que se rompa nuestro amor en besos,
cual se rompe en los árboles espesos,
en abril, un torrente de crisálidas.

¿ No ves como el amor late y anida
en todas las arterias de la vida
que se me escapa ya?... Te quiero tanto,
que esta pasión que mi tristeza cubre,
me llevará como una flor de octubre
a dormir para siempre al camposanto.

Me da pena morir siendo tan joven,
porque me causa celo que me roben
este cariño que la muerte trunca.
y me presagia el corazón enfermo
que si en la noche del sepulcro duermo,
no he de volver a contemplarte nunca.

¡ Nunca...! ¡Jamás...! En mi postrer regazo
no escucharé ya del eco tu paso,
ni el eco de tu voz... ¡Secreto eterno.!
Si dura mi pasión tras de la muerte
y ya no puedo cariñosa verte,
me voy a condenar en un infierno.

¡ Ay, tanto amor para tan breve instante!
¿Por qué la vida, cuanto más amante
es más fugaz? ¿Por qué nos brinda flores,
flores que se marchitan sin tardanza,
al reflejo del sol de la esperanza
que nunca deja de verter fulgores?

¡ No te alejes de mí, que estoy enferma!
Espérame un instante... cuando duerma,
cuando ya no contemples mis congojas...
¡ Perdona si con lágrimas te aflijo!...
- Y cerrando sus párpados, me dijo:
¡ Espera la caída de las hojas.!

¡ Ha mucho tiempo el corazón cobarde
la olvidó para siempre! Ya no arde
aquel amor de los lejanos días...
Pero ¡ Ay.! A veces al soñarla siento
que estremecen mi ser calenturiento
Sus manos cadavéricas y frías...!

LA CAIDA DE LAS HOJAS

¡Matrimonio feliz! miran dichosos
correr por el jardín a sus dos hijos,
son de plata sus risas infantiles
y son de oro sus rizos
que vuelan agitados por los aires.

Descansan, luego un grito provocador
y el juego se reanuda
con más entusiasmo y más ahínco.
Algunas veces el uno en brazos del otro cae.
¡Cómo se quieren los dos niños!

Ella es fresca, robusta y apiñonada,
él, es un tanto pálido y raquítico,
pero ambos son iguales en amarse,
iguales en su eterno regocijo,
iguales en bondad y hermosura,
iguales en espíritu.

Una mañana, cuando alegres ambos correteaban,
fueron sorprendidos por una extraña visita,
era un lejano tío, médico de gran fama,
que al llamado del padre fue solícito,
porque le despertaban sobresaltos,
la delicada complexión del niño.

El médico lo toma entre sus brazos,
lo examina, lo ausculta
y sus carrillos besando con ternura
lo autoriza a continuar el juego interrumpido.

Jugaban a ocultarse,
la hermanita había hecho en la alcoba su escondrijo
y en tanto su hermanito la buscaba,
ella escuchó el pronóstico del tío.

-Amarga es la verdad
y me lastima tener que decirla,
pero es preciso,
este dulce calor de primavera
defiende su organismo,
le hace bien el aroma de las flores
y de los ramajes el oxígeno,
¡Ah! pero a la caída de las hojas
cuando esos tilos
la calzada alfombren de hojas secas,
tened resignación, morirá el niño!

Pasó la jubilante primavera,
pasó el fecundo y caluroso estío,
a las primeras rachas otoñales
aquel ser enfermizo
demostró que el doctor no se engañaba,
fue perdiendo los bríos para jugar,
mostrando desaliento,
al comer era nulo su apetito,
y una triste mañana
ya su lecho abandonar no quiso.

Los padres permanecen largas horas
contemplando a su pálido enfermito,
que es el ser de su ser,
que es toda su alma.
¿Toda? ¿ Y la niña?

El otro ser querido
que adora con pasión al dulce hermano,
¿Qué es de su alma de niña, lo mas íntimo?

A este recuerdo se preguntaron ambos
¿Dónde está la niña? ¿Dónde se ha ido?
que no acude a las voces del enfermo
que la extraña y la llama casi a gritos?

Va la madre en su busca
y la encuentra vagando en el jardín
bajo los tilos,
en los troncos apoya una escalera,
y con el rostro abatido, pero con el paso firme
sube y baja de ella,
lleva un hilo en la mano derecha y una aguja
y con afán solícito, va ensartando las hojas
que del otoño al ósculo han caído,
y los vuelve a ensartar en los ramajes.

Desde que amaneció venciendo el frío,
se entregó a su labor,
el jardinero que asombrado la vio,
nada le dijo,
pero la madre al verle le pregunta:
-¿Qué hace mi bien querido?
y la niña angustiada le responde:
-Oí lo que una vez dijo mi tío,
ya empieza la caída de las hojas..
ayúdame mamá, yo te lo pido,
que no se alfombre de hojas la calzada
para que no se muera mi hermanito.

El sueño

HUELLAS EN LA ARENA



Una noche tuve un sueño... soñé que estaba caminando por la playa con el Señor y, a través del cielo, pasaban escenas de mi vida.

Por cada escena que pasaba, percibí que quedaban dos pares de pisadas en la arena: unas eran las mías y las otras del Señor.

Cuando la última escena pasó delante nuestro, miré hacia atrás, hacia las pisadas en la arena y noté que muchas veces en el camino de mi vida quedaban sólo un par de pisadas en la arena.

Noté también que eso sucedía en los momentos más difíciles de mi vida. Eso realmente me perturbó y pregunté entonces al Señor: "Señor, Tu me dijiste, cuando resolví seguirte, que andarías conmigo, a lo largo del camino, pero durante los peores momentos de mi vida, había en la arena sólo un par de pisadas. No comprendo porque Tu me dejaste en las horas en que yo más te necesitaba".

Entonces, El, clavando en mi su mirada infinita me contestó: "Mi querido hijo. Yo te he amado y jamás te abandonaría en los momentos más difíciles. Cuando viste en la arena sólo un par de pisadas fue justamente allí donde te cargué en mis brazos".

Constelaciones

El Hombre

Amplias constelaciones que fulguráis tan lejos,
mirando hacia la tierra desde la comba altura,
¿por qué vuestras miradas de pálidos reflejos
tan llenas de tristeza, tan llenas de dulzura?

Las Constelaciones

¡Oh soñador, escúchanos! ¡Escúchanos, poeta!
Escucha tú, que en noches de oscuridad tranquila
nos llamas, mientras tiemblan con ansiedad secreta
la súplica en tu labio y el llanto en tu pupila.

Escucha tú, poeta, que en noches estrelladas
cual bajo augusto templo descubres tu cabeza,
y nos imploras, viendo que están nuestras miradas
tan llenas de dulzura, tan llenas de tristeza.

¿Por qué tan tristes? Oye: nuestro fulgor es triste
porque ha mirado al hombre. Su mente y nuestra lumbre
hermanas son. Por siglos de compasión, existe
en astros como en almas la misma pesadumbre.

Por siglos hemos visto la Humanidad errante
luchar, caer, alzarse... y en sus anhelos vanos
volver hacia nosotras la vista suplicante,
tender hacia nosotras las temblorosas manos;

y ansiar en tal desierto, ya lánguida, ya fuerte,
oasis donde salten aguas de vida eterna;
ya llega, llama -y sale con su ánfora la muerte
brindando el agua muda de su glacial cisterna.

Tronos, imperios, razas, vimos trocarse en lodo:
vimos volar en polvo babélicas ciudades.
Todo lo barre un viento de destrucción, y todo
es humo, y sueño, y nada... y todo vanidades.

Es triste ver la lucha del terrenal proscrito;
es triste ver el ansia que sin cesar le abrasa;
el ideal anhela, requiere lo infinito,
crece, combate, agítase, llora, declina y pasa.

Es triste ver al hombre, que lumbre y lodo encierra,
mirarnos desde abajo con infinito anhelo;
tocada la sandalia con polvo de la tierra,
tocada la pupila con resplandor del cielo.

Poeta, no nos llames -conduele tu lamento;
poeta, no nos mires- nos duele tu mirada.
Tus súplicas, poeta, dispérsanse en el viento;
tus ojos, ¡oh poeta! se pierden en la nada.

Con íntima tristeza miramos conmovidas,
con íntima dulzura miramos pesarosas,
nosotras -las eternas- vuestras caducas vidas,
nosotras -las radiantes- vuestras oscuras fosas.

El Hombre

¿Todo es olvido y muerte? Pasan gimiendo a solas
el mar con sus olajes, la tierra con sus hombres;
¿y al fin en mudas playas deshácense las olas,
y al fin en mudo olvido deshácense los nombres?

¿Y nada queda? ¿Y nada hacia lo eterno sube?
Decid, astros presentes a todo sufrimiento:
la ola evaporada forma un cendal de nube,
¿y el alma agonizante no asciende al firmamento?

¡No, estrellas compasivas! Hay eco a todo canto;
al decaer los pétalos, espárcese el perfume;
y como incienso humano que abrasa un fuego santo,
al cielo va el espíritu, si el cuerpo se consume.

Vendrá noche de siglos a todo cuanto existe;
y expirarán, en medio de hielos y amargura,
los últimos dos hombres sobre una roca triste,
las últimas dos olas sobre una playa oscura.

Y moriréis ¡oh estrellas! en el postrero día...
Mas flotarán espíritus con triunfadoras palmas;
y alumbrarán entonces la eternidad sombría,
sobre cenizas de astros, constelaciones de almas

LA CARRETA -

LA CARRETA - Victor Domingo Silva

Crujiendo, rechinando, quejándose de todo
se arrastra la carreta por sobre el polvo gris.
Ya ahoga hasta los ejes las ruedas en el lodo,
ya muele con las llantas los granos de maíz.

El campo se abochorna bajo la luz estiva,
las líricas chicharras rasuran su rabel,
i los bueyes de casta mirada pensativa
recogen tornasoles sobre su overa piel.

Miéntras las ruedas trazan dos rayas paralelas
i el mozo carretero masculla cantinelas
i en lluvia de oro caen los granos de maíz,
crujiendo, rechinando, quejándose de todo,
saltando en los guijarros, ahogándose en el lodo,
se arrastra la carreta por sobre el polvo gris.

Revientan las espigas i se desgrana el trigo
a cada tartaleo que la carreta da.
Pasa un pájaro hambriento, i el carretero,-“Amigo,
(le dice) allí usted tiene para un banquete ya!”

Revientan las espigas, se parten las mazorcas
i brillan como esmaltes bajo la luz solar....
Léjos, tras el cercado de látigos i de horcas
revuélcanse las yeguas cansadas de trillar.

¡Cómo brilla la paja de las enormes eras!
Parece un edificio de rubias cabelleras,
áureo vellon de espumas que hace estallar el sol.

I el carretero piensa: “Por Dios! si fuera mío...”
(El infeliz, probando la hartura del estío,
no olvida sus ayunos de pan o de alcohol.)

Miéntras las ruedas trazan dos rayas paralelas,
i el mozo carretero masculla cantinelas
i en lluvia de oro caen los granos de maíz,
crujiendo, rechinando, quejándose de todo,
brincando entre los baches, hundiéndose en el lodo,
se arrastra la carreta por sobre el polvo gris

Quince Años

Cumpliste los quince años, lindísima chiquilla,
ya bajas el vestido y al mundo vas a entrar,
y con fugaz sonrojo su cándida mejilla,
cuando te mira un joven se empieza a colorear.
Así a vivir comienzan las niñas agraciadas;
las miran y les gusta y empiezan a sentir,
y vienen las palabras detrás de las miradas,
y llenas de alegría las oyen repetir.
¡Cuidado! En torno tuyo risueños gavilanes,
con plumas de paloma ya empiezan a volar,
y al verte tan hermosa, te miran los galanes
como la abeja mira la flor que va a picar.
Dirán muchas cosas, dirán dichos bellos,
palabras seductoras de dulce vibración...
¡Ay, niña, no lo creas; sonríete de ellos,
pero a ninguno entregues tu virgen corazón..
Es cierto que eres linda, cual blanca mariposa
que liba en los jardines el cáliz de la flor;
pero hay otra belleza mil veces más preciosa,
belleza que en el alma derrama su esplendor.
De esta belleza pura tu frente es el reflejo,
virtud inmaculada, sublime sencillez;
y acaso cuando a solas te miras al espejo,
sonríes, ignorando que es ella la que ves.
¡Quince Años! Va cambiando la escena de tu vida,
absorta te detienes al borde de otro mar:
suavísima, olorosa, la brisa te convida,
y ves por blandas olas tu barca acariciar.
El cielo esparce luces, la tierra brota flores,
los ángeles te prestan su gracia celestial:
con himnos de ternura te arrullan los amores
y agitase de dicha tu seno virginal.
¿No es cierto que es muy bella la vida de los quince años?
El alma a todo presta su espléndido color:
¡doquier el mundo ofrece bellísimos engaños,
doquier se ven brotando las rosas del Amor!
¡OH, déjalas que broten y escoge las bellas,
sin arrancar las hojas del prístino botón;
Haz ramos y guirnaldas Y adórnate con ellas,
y entona con las aves del alma la canción!
¡Quince Años!, en el alma se siente un vago Anhelo,
extraña y dulce mezcla de gozo y de ansiedad;
Y es el amor que ya viene bajando desde el cielo,
y poco a poco llena de luz su Oscuridad.
Entonces en los ojos se aviva la mirada,
el corazón empieza más fuerte a palpitar;
el alma con otra alma se ve transfigurada
y vienen gratos sueños la mente acariciar.
¡Cuidado, pues oh , niña! Risueños los galanes,
mendigan ya el aroma de tu alma virginal,
Y en torno tuyo vuelan astutos gavilanes
cual vuelan las abejas en torno del panal.
Tan sólo si hay entre ellos una alma y pura,
que sepa comprenderte, que te ame con Pasión,
que en tu alma deposite tesoros de ternura,
entrégale a ella sola tu virgen corazón.

Como Dios manda.

Yo me casé por la iglesia,
me casé como Dios manda:
un ramito de azar
mustio sobre la solapa
santiguando los pecados
de un hombre que apunta canas.

Ella vestida de blanco
¡pureza certificada!
Una alfombra hasta la puerta,
órgano, misa, campanas,
y un anillo de oro
con una fecha grabada.

Pero fue lo que Dios quiso
por esa cosas que pasan
entre hombres y mujeres
que nadie puede explicarlas.

Ella torció su camino
de la noche a la mañana...
no sé si fueron razones
o fue un cariño que abraza;
pero a nadie...a nadie deseo
ese tormento que mata.

La duda entre ceja y ceja
como un cuchillo clavada,
viendo irse de las manos
algo que se nos escapa.

Nunca le hice reproche
ni le dije una palabra,
pero yo lo presentía,
que el corazón nunca engaña;
y un día.....nos separamos
y aquí la historia se acaba.

Y más solo que la una
me quedé solo en mi casa
con un silencio de muerte
y las puertas empestilladas.

Lo que pasé, Dios lo sabe,
hay penas que nunca se acaban.

Un día encontré a la otra....
¡La otra!... esa palabra
que sin tener filo muerde
y sin ser cuchillo mata.

La otra.....una mujer de la calle
con un corazón de oro
y una vergüenza en la cara....

Un cariño recio y hondo
fuerte como una muralla
trabajadora y sencilla,
alegre, risueña, casta;
leona pa´ defenderme
y una hormiga pa´ la casa.

¡Y a esa le llaman la otra!
como una espina que daña...
¡y es la que sufre conmigo
y es la que seca mis lágrimas
y se funde en mi alegría
igual que el oro en la fragua!

¡Sí...yo me casé por la Iglesia
me casé como Dios manda...!
Ella vestida de blanco...
"pureza certificada..."

La otra...ni se ha vestido de blanco
ni le han tocado campanas
ni le han prendido azahares
que a ella no le hacen falta
para ser pura y sencilla
como una fuente sellada...

Y aunque la llamen "la otra"
yo sé que es la mía ¡y basta!
Pero que nadie la toque,
nadie diga una palabra
que pueda ofender su nombre;
que nadie intente humillarla,
que me juego de hombre a hombre
y me mato cara a cara
con quien sea y donde sea.

Que si no tiene un anillo
con una fecha grabada,
yo le he regalado uno
con besos limpios, sin mancha,
y la he vestido de novia
con rayos de luna blanca...

Y aunque no es mi SEÑORA
ni le han tocado campanas
ni le han prendido azahares
Me quiere......¡como Dios manda!

El Cristo de Mi Cabecera

Cuando estaba solo… solo en mi cabaña,
que construí a la vera de la audaz montaña,
cuya cumbre, ha siglos engendró el anhelo
de romper las nubes… y tocar el cielo;
cuando sollozaba con el desconsuelo
de que mi Pastora - más que nunca huraña-
de mi Amor al grito nada respondía;
cuando muy enfermo de melancolía,
una voz interna siempre me decía
que me moriría
si su almita blanca para mí no fuera,
¡le rezaba al Cristo de mi cabecera,
porque me quisiera…!
¡porque me quisiera…!
………………………………
Cuando nos unimos con eternos lazos
y la pobrecita me tendió sus brazos
y me dio sus besos y alentó mi Fe;
cuando en la capilla de la Virgen Pura
nos bendijo el Cura
y el encanto vino y el dolor se fue…;
cuando me decía,
loca de alegría,
que su vida toda para mí sería…
¡le rezaba al Cristo de mi cabecera,
porque prolongara nuestra Primavera…!
…¡Porque prolongara nuestra Primavera…!

Cuando sin amparo me dejó en la vida
y en el pobre lecho la miré tendida;
cuando até sus manos, que mostraban una
santa y apacible palidez de luna
y corté su hermosa cabellera bruna,
que en el fondo guardo de mi viejo arcón;
cuando, con el alma rota en mil pedazos,
delicadamente la tomé en mis brazos
para colocarla dentro del cajón;
cuando muy enfermo de melancolía,
una voz interna siempre me decía
que ya ¡nada! me consolaría,
¡le rezaba al Cristo de mi cabecera,
porque de mis duelos compasión tuviera…!
…¡porque de mis duelos compasión tuviera…!
……………………………………….
Hoy que vivo solo… solo, en mi cabaña,
que construí a la vera de la audaz montaña.
cuya cumbre ha siglos engendró el anhelo
de romper las nubes y besar el cielo;
hoy que por la fuerza del Dolor, vencido,
busco en mi silencio mi rincón de Olvido;
mustias ya las flores de mi Primavera;
triste la Esperanza y el Encanto ido;
rota la Quimera,
muerta la Ilusión…
…¡Ya no rezo al Cristo de mi cabecera…!
¡Ya no rezo al Cristo … que jamás oyera
los desgarramientos de mi corazón