domingo, 25 de enero de 2009

SEMBRANDO

(Angel Belmonte)

De aquel rincón bañado por los fulgores;
Del sol que nuestro cielo triunfante llena,
De la florida tierra donde entre flores
Se deslizó mi infancia dulce y serena.
Envuelto en los recuerdos de mi pasado;
Borroso cual lo lejos del horizonte,
Guardo el extraño ejemplo nunca olvidado
Del sembrador más raro que hubo en el monte.
Aun no sé si era sabio, loco o prudente,
Aquel hombre que humilde traje vestía;
Sólo sé que al mirarle toda la gente...
Con profundo respeto se descubría.
Y es que acaso su gesto severo y noble
A todos asombraba por lo arrogante;
Hasta los leñadores mirando al roble
Sienten la majestad de lo gigante!
Una tarde de otoño subí a la sierra
Y al sembrador, sembrando vi risueño
Desde que existen hombres sobre la tierra
Nunca se ha trabajado con tanto empeño!
Quise saber curiosa lo que el demente sembraba
En la montaña sola y bravía;
El infeliz oyome benignamente
Y me dijo con honda melancolía:
Siembro robles, pinos y sicomoros;
Quiero llenar de frondas estas laderas,
Quiero que otros disfruten de los tesoros
¡Qué darán estas plantas cuando yo muera!
¿Porqué tantos afanes en la jornada,
sin buscar recompensas?
Y el loco murmuró con las manos sobre enlazadas
¿Acaso tú imaginas que me equivoco?
¿Acaso por ser niña te asombre mucho?
El soberano impulso de mi alma siente;
Por los que no trabajan, trabajo y lucho,
Si el mundo no lo sabe Dios me comprende;
Hoy es el egoísmo torpe a quien rendimos culto
De varios modos. Si rezamos,
pedimos sólo el pan nuestro
nunca al cielo pedimos para todos!
En la propia miseria los ojos fijos,
Buscamos las riquezas que nos convienen
Y todo lo arrastramos por nuestros hijos
¿Es que los demás hijos padres no tienen?
Vivimos siendo hermanos sólo en el nombre
Y en las guerras brutales con sed de robo,
Hay siempre un fratricida dentro del hombre.
Y el hombre para el hombre, siempre es un lobo
Por eso, cuando al mundo; triste contemplo
Yo me afano y me impongo una ruda tarea
Y sé que vale mucho mi pobre ejemplo,
Aunque pobre y humilde parezca y sea...
¡Hay luchar por todos los que no luchan!
¡Hay que luchar por todos los que no luchan!
¡Hay que pedir, por todos los que no imploran!
¡Hay que pedir, por todos los que no imploran!
¡Hay que hacer que nos oigan los que no escuchan!
¡Hay que hacer que nos oigan los que no escuchan!
¡Hay que llorar por todos los que no lloran!
¡Hay que llorar por todos los que no lloran!
¡Hay que ser cual abeja en la colmena
que fabrica para todos dulces panales!
Hay que ser como el agua que va serena
Brindando al mundo frescos raudales
Hay que imitar al viento que siembra flores
Lo mismo en la montaña que en la llanura:
Y hay que vivir la vida sembrando amores,
Con la vista y el alma siempre en la altura.
Dijo el loco, y con honda melancolía
Por las breñas del monte siguió trepando
Y al perderse en las sombras, aun repetía:
¡Hay que vivir sembrando! ¡¡Siempre sembrando!
¡Sembrando, siempre sembrando!

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