domingo, 25 de enero de 2009

SE BUSCA UN PADRE

Rogel Gutiérrez Díaz


De 'adeveras' te lo digo:
me voy, padre, de tu casa...
Lo digo así, ¡de tu casa!
porque no la siento mía.
Porque aunque aquí he vivido
desde el día en que nací,
cuando empecé a comprender,
entendí que con nacer,
no basta para ser hijo.

Por eso me voy... y ¡gracias!
lo digo sinceramente.
Nada me faltó a tu lado,
ni la casa ni la escuela,
ni el doctor, ni el juguete favorito;
ni la ropa que hoy me viste,
ni el coche que ayer usé.

Porque quiero –siempre quise-
algo más que no me diste.
Y tu abultada cartera,
fuente siempre surtidora
de remedios materiales,
nunca contuvo billetes
para comprar un minuto
de tu atención necesaria,
de un tiempo fundamental
para ocuparte de mí.

Pensarás que fui un buen hijo
porque nunca te enterabas:
¿Sabes que troné en la escuela?
¿Que terminé con mi novia?
¿Que corrí una borrachera
en antros de mala nota?
¿Que hacía pinta en el colegio?
¿Que probé la marihuana?
¿Que robaba a mamá?

No, no lo sabes.
¡No hubo tiempo de pensar
en cosas triviales!

Total, los adolescentes
somos traviesos y flojos,
¡pero al hacernos hombres
enderezamos los pasos!
Pues no, padre, ¡no era el caso!

Y toda mi delincuencia
era un grito de llamada,
al que jamás contestaste
¡que quizá nunca oíste!
Por eso, si hoy me preguntas
en qué punto me fallaste,
sólo podría responderte:
Padre... ¡me fallaste!


¿Que qué voy a hacer?...
¡Quién sabe!
¿A dónde iré?...
¡Qué importa!
¿Dónde encontraré el dinero
para pagar esta vida
a la que me has acostumbrado?...

No puedes creer que viva
sin aire acondicionado,
sin 'feria' para el disco,
sin las chicas, sin las fiestas;
sin un padre involucrado
en industrias y altas empresas,
que es importante en política,
que ha viajado al extranjero
y frecuenta altas esferas.

¿Qué no he de vivir sin esto?
¿Qué así mi vida está hecha?

¿Y quién dijo que era vida
la estancia en estos salones,
por los que sales y entras?
Pero nunca puedo verte ni decirte:
Padre, ¿hoy sí te quedas?
Nunca he vivido en tu casa.
Nunca ha sido vida ésta...

Ahora es que voy a vivir
fuera de aquí, lejos de ti,
sin la esperanza que vengas a mí,
y nunca llegas.

Me voy padre...
Tus negocios, en inversiones de amor,
se han ido a la bancarrota,
y declaras tu quiebra
en el comercio de mi amor.

Pagaste caro,
y hoy pierdes casi toda la inversión.

Pero si sacas en venta
los pocos bienes que te quedan
para salvar el negocio,
¡me propongo como socio!

Y atiende bien a mi oferta,
que no habrá mejor postor:
yo te compro para padre
el tiempo que no tuviste
para dárselo a tu hijo.

Te compro, para gozarlo,
todo ese cariño inútil
que nunca supiste usar.

Pagaré bien por tu risa, tu palabra,
tu preocupación, tu celo y tu caricia.

Te los compro.
Escucha el precio,
que aunque no sé de finanzas,
podré ser buen comprador.

Y si te vendes para padre...
¡Yo te pago con el corazón!

1 comentario:

cecill dijo...

me encanta.........