domingo, 25 de enero de 2009

GLORIA:

Salvador Díaz Mirón.

No intentes convencerme de torpeza
Con los delirios de tu mente loca:
mi razón es al par luz y firmeza
firmeza y luz como el cristal de roca
Semejante al nocturno peregrino
mi esperanza inmortal no mira al suelo:
no viendo más que sombras en el camino
sólo contempla el esplendor del cielo.
Vanas son las imágenes que entraña
tu espíritu infantil, santuario obscuro.
Tu numen, como el oro en la montaña,
es virginal y por lo mismo impuro
Vanas son las imágenes que entraña
tu espíritu infantil, santuario obscuro.
Tu numen, como el oro en la montaña,
es virginal y por lo mismo impuro.
Inútil es que con tenaz murmullo
exageres el lance en que me enredo:
yo soy altivo, y el que alienta orgullo
lleva un broquel impenetrable al miedo.
Fiado en el instinto que me empuja
desprecio los peligros que señalas:
"El ave canta aunque la rama cruja,
como que sabe lo que son sus alas".
Erguido bajo el golpe en la porfía,
me siento superior a la victoria.
Tengo fe en mí: la adversidad podría
quitarme el triunfo, pero no la gloria.
¡Deja que me persigan los abyectos!
¡Quiero atraer la envidia aunque me abrume!
La flor en que posan los insectos
es rica de matiz y de perfume.
El mal es el teatro en cuyo foro
la virtud, esa trágica, descuella;
es la sibila de palabra de oro,
la sombra que hace resaltar la estrella.
¡Alumbrar es arder! ¡Estro encendido
será el fuego voraz que me consuma!
La perla brota del molusco herido
y Venus nace de la amarga espuma
Los claros timbres de que estoy ufano
han de salir de la calumnia ilesos.
Hay plumajes que cruzan el pantano
y no se manchan… ¡Mi plumaje es de esos!.
¡fuerza es que sufra mi pasión! La palma
crece en la orilla que el oleaje azota.
El mérito es el náufrago del alma:
vivo, se hunde, pero muerto flota!.
¡Depón el ceño y que tu voz me arrulle!
¡Consuela el corazón del que te ama!
Dios dijo al agua del torrente: ¡bulle!
Y al lirio de la margen: ¡embalzama!.

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