jueves, 29 de enero de 2009

LA BAJADA DEL CALVARIO

MARCOS RAFAEL BLANCO BELMONTE


Por los caminos de la Amargura
(piedras de sangre, polvo de llanto)
por el sendero de los
dolores largos, muy largos...,
sin un gemido, sin un sollozo
vuelve la Madre desde el Calvario.
Toda silencio. Mortal silencio
sella sus labios;
la frente inclina con el agobio
de su quebranto,
y en lo más hondo del alma-cielo
lleva la imagen del Hijo amado.
Y ella lo ha visto sufrir la befa
del populacho...
y era la carne de sus entrañas
la que en el leño miró sangrando...
Y así le duelen en las entrañas
los martillazos...
Y así agoniza... Que su Hijo ha muerto
crucificado.


La Madre avanza por el camino
(piedras de sangre, polvo de llanto),
y temblorosa baja el sendero
por Jesucristo santificado...
Y entre las huellas busca la huella
de aquellos pasos
que abrieron surcos de luz divina
mientras el Mártir, agonizando
se desplomaba bajo el madero
y con la angustia del fin cercano,
llora la Madre cuando desciende
desde el Calvario...
Para su pena no existe olvido,
tregua ni bálsamo...
Y si remembra la dulce infancia
del Adorado,
y si memora su hogar dichoso,
y si recuerda los tiernos brazos
que de su cuello fueron caricia...
tiembla en congoja de fiero espanto.
Porque su Niño, siendo inocente,
sufrió el castigo de los malvados;
porque está rota su santa vida;
porque sus brazos
ya no se mueven, ya no bendicen,
y ya no siembran sin un descanso
el pan sublime de las verdades
que lo divino puso en lo humano.
Sin un sollozo, sin un gemido,
baja la Madre desde el Calvario...
En lo más puro de sus entrañas,
la cruz del Mártir se le ha clavado;
y en lo más hondo de sus pupilas
y en su recuerdo lleva sangrado
la cruz del Hijo,
del Bienamado,
que de la vida pasó a la muerte
con la sonrisa siempre en los labios.
Y cuando baja la Dolorosa
(mustia azucena, lirio tronchado),
cuando vacila por el sendero
largo, muy largo...,
pobres mujeres la compadecen,
santas mujeres siguen sus pasos,
y alguien murmura:
-Ved a la Madre
del suplicado;
esa es la Madre del Nazareno,
que hoy ha sufrido muerte y escarnio.
Siempre en silencio llora la Madre,
y hay en su llanto
misericordia por los que sufren,
por los que viven siempre llorando,
por cuantas madres haya en el mundo
que a un hijo miren sacrificado
sobre la cumbre de su Calvario...
¡Y por la Madre del Nazareno
qué pocas madres derraman llanto!


···········


Sin un sollozo, sin un gemido,
mustia la frente, mudos los labios,
como una imagen de eterna angustia
vuelve la Madre desde el Calvario.

El violín de Yanko

MARCOS RAFAEL BLANCO BELMONTE

Madre la selva canta,
y canta el bosque y canta la llanura,
y el roble que a las nubes se levanta,
y la flor que se dobla en la espesura,
y canta y juega el viento en el camino,
y en el rubio trigal las amapolas,
y en el cauce el arrollo cristalino,
y los troncos, los tallos, las corolas,
la tierra, el cielo azul, la mar gigante
y las hierbas que bordan el barranco.
Madre, es una canción dulce y vibrante,
que a Yanko llega y que comprende Yanko.

Era Yanko un chicuelo,
más rubio y sonrosado que la aurora,
con los ojos tan puros como el cielo
y el alma cual de artista soñadora.
La música del campo lo atraía...,
adivinaba un himno en los rumores,
que el viento recogía
al besar los arbustos y las flores,
y en el gorjeo matinal del ave,
y en el silencio de la noche grave
y en cáliz gentil de la violeta,
hallaba una canción tierna y sin nombre,
la canción sacrosanta del poeta
que apenas puede comprender el hombre.

Siempre que del mesón en la cocina
brotaban los armónicos raudales
de un violín cuya nota cristalina
es dulce cual la miel de los panales,
él escuchaba con sublime encanto
esa canción de arrullador cariño,
y con los ojos húmedos de llanto,
"quién tuviera un violín ", pensaba el niño.

La voluntad emperatriz altiva,
prestó a Yanko inventiva
para hacer un violín débil, crujiente,
cual hecho de un caballo con las crines
y con ramas de verdes limoneros;
violín tan semejante a los violines
como un trozo de vidrio a los luceros…
Mas, ¡ay!, en tal violín fue el llanto queja,
y fue la queja destemplado grito:
¡cual ruiseñor no gime la corneja
ni anida la endecha seductora
en un violín que llora cuando canta,
en un violín que chilla cuando llora!

Una noche estival toda fulgores,
al entreabrir sus párpados el cielo,
y al entornar sus cálices las flores,
arriesgóse el chicuelo
a entrar en la cocina,
y a impulsos de sus ansias ideales
tomó el rico violín de voz perlina
y le arrancó torrentes musicales.
Los peones: "al ladrón", despavoridos
gritaron, despertándose del sueño
y sordos a los ruegos y gemidos,
feroces maltrataron al pequeño.

Agonizaba Yanko. En su agonía,
Febril y estertoroso, repetía:
"Madre la selva canta,
y canta el bosque y canta la llanura,
y el roble que a las nubes se levanta,
y la flor que se dobla en la espesura,
y las alondras al emprender el vuelo,
y las hierbas que bordan el barranco".
Y al expirar el niño, en noble anhelo,
Dijo: "¿Verdad, mamita, que en el cielo
Dios le dará un violín al pobre Yanko?

domingo, 25 de enero de 2009

EL SEMINARISTA DE LOS OJOS NEGROS

Poemas de Miguel Ramos Carrión

Desde la ventana de un casucho viejo
abierta en verano, cerrada en invierno
por vidrios verdosos y plomos espesos,
una salmantina de rubio cabello
y ojos que parecen pedazos de cielo,
mientas la costura mezcla con el rezo,
ve todas las tardes pasar en silencio
los seminaristas que van de paseo.

Baja la cabeza, sin erguir el cuerpo,
marchan en dos filas pausados y austeros,
sin más nota alegre sobre el traje negro
que la beca roja que ciñe su cuello,
y que por la espalda casi roza el suelo.

Un seminarista, entre todos ellos,
marcha siempre erguido, con aire resuelto.
La negra sotana dibuja su cuerpo
gallardo y airoso, flexible y esbelto.
Él, solo a hurtadillas y con el recelo
de que sus miradas observen los clérigos,
desde que en la calle vislumbra a lo lejos
a la salmantina de rubio cabello
la mira muy fijo, con mirar intenso.
Y siempre que pasa le deja el recuerdo
de aquella mirada de sus ojos negros.
Monótono y tardo va pasando el tiempo
y muere el estío y el otoño luego,
y vienen las tardes plomizas de invierno.

Desde la ventana del casucho viejo
siempre sola y triste; rezando y cosiendo
una salmantina de rubio cabello
ve todas las tardes pasar en silencio
los seminaristas que van de paseo.

Pero no ve a todos: ve solo a uno de ellos,
su seminarista de los ojos negros;
cada vez que pasa gallardo y esbelto,
observa la niña que pide aquel cuerpo
marciales arreos.

Cuando en ella fija sus ojos abiertos
con vivas y audaces miradas de fuego,
parece decirla: —¡Te quiero!, ¡te quiero!,
¡Yo no he de ser cura, yo no puedo serlo!
¡Si yo no soy tuyo, me muero, me muero!
A la niña entonces se le oprime el pecho,
la labor suspende y olvida los rezos,
y ya vive sólo en su pensamiento
el seminarista de los ojos negros.

En una lluviosa mañana de inverno
la niña que alegre saltaba del lecho,
oyó tristes cánticos y fúnebres rezos;
por la angosta calle pasaba un entierro.

Un seminarista sin duda era el muerto;
pues, cuatro, llevaban en hombros el féretro,
con la beca roja por cima cubierto,
y sobre la beca, el bonete negro.
Con sus voces roncas cantaban los clérigos
los seminaristas iban en silencio
siempre en dos filas hacia el cementerio
como por las tardes al ir de paseo.

La niña angustiada miraba el cortejo
los conoce a todos a fuerza de verlos...
tan sólo, tan sólo faltaba entre ellos...
el seminarista de los ojos negros.

Corriendo los años, pasó mucho tiempo...
y allá en la ventana del casucho viejo,
una pobre anciana de blancos cabellos,
con la tez rugosa y encorvado el cuerpo,
mientras la costura mezcla con el rezo,
ve todas las tardes pasar en silencio
los seminaristas que van de paseo.

La labor suspende, los mira, y al verlos
sus ojos azules ya tristes y muertos
vierten silenciosas lágrimas de hielo.

Sola, vieja y triste, aún guarda el recuerdo
del seminarista de los ojos negros...

Dios!

Autor: Miguel de Unamuno



Señor, Señor, ¿por qué consientes
que te nieguen ateos?
¿Por qué, Señor, no te nos muestras
sin velos, sin engaños?
¿Por qué, Señor, nos dejas en la duda,
duda de muerte?
¿Por qué te escondes?

¿Por qué encendiste en nuestro pecho el ansia
de conocerte,
el ansia de que existas,
para velarte así a nuestras miradas?
¿Dónde estás, mi Señor; acaso existes?

¿Eres Tú creación de mi congoja,
o lo soy tuya?
¿Por qué, Señor, nos dejas
vagar sin rumbo
buscando nuestro objeto?
¿Por qué hiciste la vida?
¿Qué significa todo, qué sentido
tienen los seres?

¿Cómo del poso eterno de las lágrimas,
del mar de las angustias,
de la herencia de penas y tormentos
no has despertado?
Señor, ¿por qué no existes?
¿Dónde te escondes?

Te buscamos y te hurtas,
te llamamos y callas,
te queremos y Tú, Señor, no quieres
decir: ¡vedme, mis hijos!

Una señal, Señor, una tan sólo,
una que acabe
con todos los ateos de la tierra;
una que dé sentido
a esta sombría vida que arrastramos.
¿Qué hay más allá, Señor, de nuestra vida?

Ve, ya no puedo más, Señor,
de aquí no sigo,
aquí me quedo,
yo ya no puedo más, ¡oh Dios sin nombre!

Ya no te busco,
ya no puedo moverme, estoy rendido;
aquí, Señor, te espero,
aquí te aguardo,
en el umbral, tendido, de la puerta
cerrada con tu llave.

Yo te llamé, grité, lloré afligido,
te di mil voces;
llamé y no abriste,
no abriste a mi agonía;
aquí, Señor, me quedo,
sentado en el umbral como un mendigo
que aguarda una limosna;
aquí te aguardo.

Tú me abrirás la puerta cuando muera,
la puerta de la muerte,
y entonces la verdad veré de lleno,
sabré si Tú eres
o dormiré en la tumba.

Donde haya un arbol que plantar..

Autor: Gabriela Mistral




"Donde haya un árbol que plantar,
plántalo tú;
donde haya un error que enmendar,
enmiéndalo tú;
donde haya un esfuerzo
que todos esquiven,
acéptalo tú.

Sé el que aparta el camino la piedra,
el odio de los corazones y
las dificultades del problema.

Hay la alegría de ser sano y justo;
pero hay,
sobre todo,
la inmensa alegría de servir.

¡Que triste sería el mundo
si en él todo estuviera hecho!
Si no hubiera un rosal que plantar,
una empresa que emprender.

No caigas en el error de pensar
que sólo se hacen méritos
con los grandes trabajos.

Hay pequeños servicios,
preciosos a los ojos de Dios:
barrer la casa,
recoger basura,
poner una mesa,
ordenar unos libros.....

El servir no es una faena de esclavos.

Dios,
que es todo poderoso sirve,
y nos enseña a servir.

Servir al pobre,
al niño, al enfermo,
al débil, al anciano,
a todos los necesitados,
es servir a DIOS".

Donde estás, Señor!

Autor:




¿DONDE ESTAS ?...
Te grité aquella mañana
temblando de dolor ... desesperado
y mi tristeza se elevó hecha grito
en la tranquila paz de tu Sagrario .

¿DONDE ESTAS ?..
Volví a gritar con voz más fuerte
quebradas las barreras de mi llanto
¡No puedo soportar este silencio !
¿DÓNDE ESTAS MI SEÑOR !...
¡Te estoy buscando!

“¡AQUÍ ESTOY !...
gritaste en mi conciencia……
y un mendigo cubierto con harapos
me vino a visitar en mis recuerdos
cargando su silencio resignado...
En su mano tendida había trizteza
en su mirada mucho de cansancio
caminando las calles de la vida
¡Cuántas veces sin verlo lo he cruzado !

“¡AQUÍ ESTOY !”...
repetiste con voz firme
y recordé aquel niño abandonado
que acurrucado en el banco de una plaza
encontré esta mañana tiritando...
Aunque era un niño descubrí en sus ojos
la dolida mirada de un anciano
cansado ya de haberlo visto todo
aunque había vivido pocos años .

“¡AQUÍ ESTOY !”..
y recordé de pronto
el andar vacilante del borracho
que con paso inseguro por las calles
andaba su bochorno y su cansancio .

“¡AQUÍ ESTOY !”...
y vino a mi memoria
la mirada perdida del muchacho
que buscaba en el mundo de las drogas
las sensaciones que aún no había encontrado

“¡AQUÍ !”...dijiste y yo cerré mis ojos
recordando los ojos de cansancio
de aquella prostituta que en las noches
traficaba su cuerpo manoseado .

“¡AQUÍ !”...agregaste y recordé al hambriento
revolviendo los tachos del mercado
buscando mitigar su hambre de siglos
en los restos que otros hombres despreciaron.

“¡AQUÍ!”..gritaste y vino a mi memoria
la cama del enfermo abandonado ...
el jadeante respirar del perseguido
el llanto sordo del desheredado...
La vergüenza de los hijos naturales
el estéril clamor del condenado
que fueron de los vientres arrancados.

“¿DÓNDE ESTOY has venido a preguntarme?
¡AQUÍ ESTOY !...en el dolor de tus hermanos.

¡Deja de contentarte, reviviendo
en los artísticos cuadros mi calvario !
Yo cargo con dolor todos los días,
la dura cruz de los desheredados,
continúo sufriendo en los que sufren
y en su sangre me sigo desangrando...”

“¡Quita mi imagen de la cruz que llevas,
de las imágenes sin vida estoy cansado!

¡Cansado estoy del arte de los hombres
que al mundo siempre me han mostrado!
Yo acepté libremente mi designio
y a la cruz fui a morir enamorado.
¡Pero he resucitado al tercer día
y entre mi gente sigo caminando!”

“¡Yo no soy un pedazo de madera
ni una estatua de yeso coloreado !
Yo vivo en el dolor y el sufrimiento
de aquellos que los hombres marginaron!
andando los caminos de esta vida
revivo día a día mi calvario
¡Mil veces me torturan y me matan
en el diario sufrir de tus hermanos !”
“ También estoy aquí...dentro del templo
en donde ésta mañana me has buscado,
pero es hora que aprendas a encontrarme
en los que viven su Vía Crucis a tu lado...

Cuando me hayas encontrado en cada uno
y en ellos ... viéndome me hayas amado...
puedes buscarme aquí...ten bien seguro...

Que en el Sagrario
siempre te estaré ESPERANDO”
Dulce Vejez

Autor:



También la vejez tiene horas bellas,
como tienen las tardes sus celajes,
como tienen las noches sus estrellas.
Dios no olvida a los ancianos,
El se regocija por las cosas bellas
que no cesan de brindarnos.

El hombre no deja de reír cuando envejece.
envejece cuando deja de reír.
Todo mundo ha sido joven,
pero no todos llegan a viejos.
es un privilegio de quien ha sabido
conducirse, gracias a buenos consejos.

En vez de lamentar que las rosas tienen espinas,
alegrémonos que las espinas estén coronadas de rosas,
¿Porqué, que es el anochecer sino un atardecer huyendo
¿y que es el amanecer sino la esperanza de la luz renaciendo?
Disfruta este día. Mañana también
y siempre haz lo mismo.

Que el resplandor de tu sonrisa y tu mirar
iluminen tus manos al saludar.
Seamos más afectuosos al despedirnos, porque,
quien sabe si nos volvamos a mirar....
Mientras haya luz en tu mirada
nadie notará tu piel cansada,
mientras haya amor en tu corazón
siempre Dios pondrá en ti una nueva ilusión.

Crece con la edad como crecen las sombras cuando el sol declina,
y surge al mundo potente como el día cuando la noche termina.
Envejezcamos con una actitud amable y tolerante,
que dé testimonio de una vida fecunda e importante.
La vida es una antorcha que debemos hacer arder tanto como sea posible,
en toda oportunidad sin dejar que el dolor nos ahogue en el mar de la
adversidad.

Muchos envejecen tan sólo por abandonar sus ideales,
nunca abandones los tuyos, lucha contra todos tus males.
Y tu vejez será la más dulce y viva experiencia,
de haber vivido dignamente tu propia existencia
y tu Dios te guardará eternamente junto a su presencia...!!!!!!

LA GOTA DE HIEL

IGNACIO RODRIGUEZ GALVAN

¡Jehovah! Jehovah, tu cólera me agobia!
¿Por qué la copa del martirio llenas?
Cansado está mi corazón de penas.
Basta, basta, Señor.
Hierve incendiada por el sol de Cuba
Mi sangre toda y de cansancio expiro,
Busco la noche, y en el lecho aspiro
Fuego devorador.

¡A, la fatiga me adormece en vano!
Hondo sopor de mi alma se apodera
¡y siéntanse a mi pobre cabecera
la miseria, el dolor!
Roncos gemidos que mi pecho lanza
Tristes heraldos son de mis pesares,
Ay a mi mente descienden a millares
Fantasmas de terror.

¡Es terrible tu cólera, terrible
Jehovah, suspende tu venganza fiera
O dame fuerzas, oh Señor, siquiera
Para tanto sufrir.
Incierta vaga mi extraviada mente,
Busco y no encuentro la perdida ruta,
Sólo descubro tenebrosa gruta
Donde acaba el vivir.

Yo sé, Señor que existes, que eres justo,
Que está a tu vista el libro del destino,
Y que vigilas el triunfal camino
Del hombre pecador.
Era tu voz la que en el mar tronaba
Al ocultarse el sol en occidente,
Cuando una ola rodaba tristemente
Con extraño fragor.

Era tu voz y la escuché temblando.
Clavóse un tanto mi tenaz dolencia
Yo adoré tu divina omnipotencia
Como cristiano fiel.
¡Ay, tú me ves Señor! Mi triste pecho
cual moribunda lámpara vacila,
y en él la suerte sin cesar destila
una gota de hiel.

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ADIÓS, OH PATRIA MÍA

IGNACIO RODRIGUEZ GALVAN

Alegre el marinero
en voz pausada canta,
y el ancla ya levanta
con extraño rumor.
De la cadena al ruido
me agita pena impía
Adiós, oh patria mía,
adiós, tierra de amor.

El barco suavemente
se inclina y se remece,
y luego se estremece
a impulso del vapor.
Las ruedas son cascadas
de blanca argentería.
Adiós, oh patria mía,
adiós, tierra de amor.

Sentado yo en la popa
contemplo el mar inmenso,
y en mi desdicha pienso
y en mi tenaz dolor.
A ti mi suerte entrego,
a ti, Virgen María.
Adiós, oh patria mía,
adiós, tierra de amor.
De fuego ardiente globo
en las aguas se oculta:
una onda lo sepulta
rodando con furor.
Rugiendo el mar anuncia
que muere el rey del día.
Adiós, oh patria mía,
adiós, tierra de amor.

Las olas, que se mecen
como el niño en su cuna,
retratan de la luna
el rostro seductor.
Gime la brisa triste
cual hombre en agonía.
Adiós, oh patria mía,
adiós, tierra de amor.

Del astro de la noche
un rayo blandamente
resbala por mi frente
rugada de dolor.
Así como hoy la luna
en México lucía.
Adiós, oh patria mía,
adiós, tierra de amor.

¡En México! . . . ¡Oh memoria! . . .
¿Cuándo tu rico suelo
y a tu azulado cielo
veré, triste cantor?
Sin ti, cólera y tedio
me causa la alegría.
Adiós, oh patria mía,
adiós, tierra de amor.

Pienso que en tu recinto
hay quien por mí suspire,
quien al oriente mire
buscando a su amador.
Mi pecho hondos gemidos
a la brisa confía.
Adiós, oh patria mía,
adiós, tierra de amor.

IGNACIO RODRIGUEZ GALVAN

A LA MUERTE DE MI AMIGO

¿Por qué, el aire surcando,
dilatándose del bronce los sonidos;
y sin cesar vibrando
llegan a mis oídos
profundos y tristísimos gemidos?

¿Por qué de muerte el canto
en torno de ese féretro resuena?
¿Por qué el fúnebre llanto?
¿Por qué la amarga pena,
los cirios, y el clamor que el aire llena?

Te miro ante mis ojos
postrado sin aliento, amigo mío;
y sobre tus despojos
su manto negro y frío
tiende la muerte con placer impío.

Y en alas de querubes,
envuelta tu alma en esplendente velo,
y entre rosadas nubes
deja el impuro suelo,
y blandamente se remonta al cielo.

¡Oh, quién te acompañara!,
y ese mundo feliz que habitas hora
contigo disfrutara,
y la paz seductora
que, sin turbarse, en él eterno mora.

En mi patria no viera
sangre correr por la ciudad y llanos,
y que entre rabia fiera
hermanos con hermanos
hasta hundirse el puñal pugnan insanos.

Ni viera la perfidia
de nación, que risueña nos abraza,
y bramando de envidia
luego nos amenaza
y en su mente infernal nos despedaza.

Ni viera hombres malvados,
que sin temer de Dios el alto juicio,
de la ambición guiados
y el deshonroso vicio,
despeñan mi nación al precipicio.

Ni con feroz despecho
la miseria, elevándose espantosa,
cerrar contra su pecho
la humanidad quejosa
y devorar sus lágrimas ansiosa.

Y el luto y exterminio,
en pos del hambre descarnada y yerta,
extender su dominio
sobre su tierra muerta,
y a la peste letal abrir la puerta.
Feliz mi caro amigo,
feliz mil veces tú, que ya en el mundo
el dolor enemigo
con brazo furibundo
no rompe tus entrañas iracundo.

Dichoso tú, que vives
entre el gozo, la paz, la bienandanza
y no, cual yo, recibes
de amor sin esperanza
zozobras y martirios sin mudanza.

Y no sientes el yugo
de la suerte pesar sobre tu cuello,
ni el hombre es tu verdugo,
ni con ansia un destello
buscas de la verdad, sin poder vello.

Cuando el mundo habitabas,
con la voz de amistad consoladora
las penas aliviabas
de tu amigo, que ahora
hundido en e1 pesar tu ausencia llora.

A1 escuchar tus cantos,
do la razón brillaba y la poesía,
celestiales encantos
mi corazón sentía,
y en su mismo dolor se adormecía.

Si a tu alma por ventura
le es permitido descender al suelo,
cuando la noche oscura
me traiga el desconsuelo
ven a elevar mi pensamiento al cielo.

De mi agitado sueño
las escenas de horror benigno ahuyenta;
la imagen de mi dueño
en vez de ellas presenta,
y haz que tu grata voz mi oído sienta.

ODA I

FRAY LUIS DE LEON

¡Qué descansada vida
la del que huye del mundanal ruïdo,
y sigue la escondida
senda, por donde han ido
los pocos sabios que en el mundo han sido;

Que no le enturbia el pecho
de los soberbios grandes el estado,
ni del dorado techo
se admira, fabricado
del sabio Moro, en jaspe sustentado!

No cura si la fama
canta con voz su nombre pregonera,
ni cura si encarama
la lengua lisonjera
lo que condena la verdad sincera.

¿Qué presta a mi contento
si soy del vano dedo señalado;
si, en busca deste viento,
ando desalentado
con ansias vivas, con mortal cuidado?

¡Oh monte, oh fuente, oh río,!
¡Oh secreto seguro, deleitoso!
Roto casi el navío,
a vuestro almo reposo
huyo de aqueste mar tempestuoso.

Un no rompido sueño,
un día puro, alegre, libre quiero;
no quiero ver el ceño
vanamente severo
de a quien la sangre ensalza o el dinero.

Despiértenme las aves
con su cantar sabroso no aprendido;
no los cuidados graves
de que es siempre seguido
el que al ajeno arbitrio está atenido.

Vivir quiero conmigo,
gozar quiero del bien que debo al cielo,
a solas, sin testigo,
libre de amor, de celo,
de odio, de esperanzas, de recelo.

Del monte en la ladera,
por mi mano plantado tengo un huerto,
que con la primavera
de bella flor cubierto
ya muestra en esperanza el fruto cierto.

Y como codiciosa
por ver y acrecentar su hermosura,
desde la cumbre airosa
una fontana pura
hasta llegar corriendo se apresura.

Y luego, sosegada,
el paso entre los árboles torciendo,
el suelo de pasada
de verdura vistiendo
y con diversas flores va esparciendo.

El aire del huerto orea
y ofrece mil olores al sentido;
los árboles menea
con un manso ruïdo
que del oro y del cetro pone olvido.

Téngase su tesoro
los que de un falso leño se confían;
no es mío ver el lloro
de los que desconfían
cuando el cierzo y el ábrego porfían.

La combatida antena
cruje, y en ciega noche el claro día
se torna, al cielo suena
confusa vocería,
y la mar enriquecen a porfía.

A mí una pobrecilla
mesa de amable paz bien abastada
me basta, y la vajilla,
de fino oro labrada
sea de quien la mar no teme airada.

Y mientras miserable-
mente se están los otros abrazando
con sed insacïable
del peligroso mando,
tendido yo a la sombra esté cantando.

A la sombra tendido,
de hiedra y lauro eterno coronado,
puesto el atento oído
al son dulce, acordado,
del plectro sabiamente meneado.

DECLARACIÓN DE ODIO

EFRAIN HUERTA

Estar simplemente como delgada carne ya sin piel,
como huesos y aire cabalgando en el alba,
como un pequeño y mustio tiempo
duradero entre penas y esperanzas perfectas.
Estar vilmente atado por absurdas cadenas
y escuchar con el viento los penetrantes gritos
que brotan del océano:
agonizantes pájaros cayendo en la cubierta
de los barcos oscuros y eternamente bellos,
o sobre largas playas ensordecidas, ciegas
de tanta fina espuma como miles de orquídeas.
Porque, ¡qué alto mar, sucio y maravilloso!
Hay olas como árboles difuntos,
hay una rara calma y una fresca dulzura,
hay horas grises, blancas y amarillas.

Y es el cielo del mar, alto cielo con vida
que nos entra en la sangre, dando luz y sustento
a lo que hubiera muerto en las traidoras calles,
en las habitaciones turbias de esta negra ciudad.
Esta ciudad de ceniza y tezontle cada día menos puro,
ciudad de acero, sangre y apagado sudor.

Amplia y dolorosa ciudad donde caben los perros,
la miseria y los homosexuales,
las prostitutas y la famosa melancolía de los poetas,
los rezos y las oraciones de los cristianos.

Sarcástica ciudad donde la cobardía y el cinismo son alimento diario
de los jovencitos alcahuetes de talles ondulantes,
de las mujeres asnas, de los hombres vados.

Ciudad negra o colérica o mansa o cruel,
o fastidiosa nada más: sencillamente tibia.

Pero valiente y vigorosa porque en sus calles viven los días rojos y azules
de cuando el pueblo se organiza en columnas,
los días y las noches de los militantes comunistas,
los días y las noches de las huelgas victoriosas,
los crudos días en que los desocupados adiestran su rencor
agazapados en los jardines o en los quicios dolientes.

¡Los días en la ciudad! Los días pesadísimos
como una cabeza cercenada con los ojos abiertos.
Estos días como frutas podridas.
Días enturbiados por salvajes mentiras.
Días incendiarios en que padecen las curiosas estatuas
y los monumentos son más estériles que nunca.

Larga, larga ciudad con sus albas como vírgenes hipócritas,
con sus minutos como niños desnudos,
con sus bochornosos actos de vieja díscola y aparatosa,
con sus callejuelas donde mueren extenuados, al fin,
los roncos emboscados y los asesinos de la alegría.

Ciudad tan complicada, hervidero de envidias,
criadero de virtudes desechas al cabo de una hora,
páramo sofocante, nido blando en que somos
como palabra ardiente desoída,
superficie en que vamos como un tránsito oscuro,
desierto en que latimos y respiramos vicios,
ancho bosque regado por dolorosas y punzantes lágrimas,
lágrimas de desprecio, lágrimas insultantes.

Te declaramos nuestro odio, magnifica ciudad.
A ti, a tus tristes y vulgarísimos burgueses,
a tus chicas de aire, caramelos y films americanos,
a tus juventudes ice cream rellenas de basura,
a tus desenfrenados maricones que devastan
las escuelas, la plaza Garibaldi,
la viva y venenosa calle de San Juan de Letrán.

Te declaramos nuestro odio perfeccionado a fuerza de sentirte cada día más inmensa,
cada hora más blanda, cada línea más brusca.

Y si te odiamos, linda, primorosa ciudad sin esqueleto,
no lo hacemos por chiste refinado, nunca por neurastenia,
sino por tu candor de virgen desvestida,
por tu mes de diciembre y tus pupilas secas,
por tu pequeña burguesía, por tus poetas publicistas,
¡por tus poetas, grandísima ciudad!, por ellos y su enfadosa categoría de descastados,
por sus flojas virtudes de ocho sonetos diarios,
por sus lamentos al crepúsculo y a la soledad interminable,
por sus retorcimientos histéricos de prometeos sin sexo
o estatuas del sollozo, por su ritmo de asnos en busca de una flauta.

Pero no es todo, ciudad de lenta vida.

Hay por ahí escondidos, asustados, acaso masturbándose,
varias docenas de cobardes, niños de la teoría,
de la envidia y el caos, jóvenes del "sentido práctico de la vida",
ruines abandonados a sus propios orgasmos,
viles niños sin forma mascullando su tedio,
especulando en libros ajenos a lo nuestro.

¡A lo nuestro, ciudad, lo que nos pertenece,
lo que vierte alegría y hace florecer júbilos,
risas, risas de gozo de unas bocas hambrientas,
hambrientas de trabajo,
de trabajo y orgullo de ser al fin varones
en un mundo distinto!

Así hemos visto limpias decisiones que saltan
paralizando el ruido mediocre de las calles,
puliendo caracteres, dando voces de alerta,
de esperanza y progreso.

Son rosas o geranios, claveles o palomas,
saludos de victoria y puños retadores.
Son las voces, los brazos y los pies decisivos,
y los rostros perfectos, y los ojos de fuego,
y la táctica en vilo de quienes hoy te odian
para amarte mañana cuando el alba sea alba
y no chorro de insultos, y no río de fatigas,
y no una puerta falsa para huir de rodillas.

DECLARACIÓN DE AMOR

EFRAIN HUERTA


Ciudad que llevas dentro
mi corazón, mi pena,
la desgracia verdosa
de los hombres del alba,
mil voces descompuestas
por el frío y el hambre.

Ciudad que lloras, mía,
maternal, dolorosa,
bella como camelia
y triste como lágrima,
mírame con tus ojos
de tezontle y granito,
caminar por tus calles
como sombra o neblina.

Soy el llanto invisible
de millares de hombres.

Soy la ronca miseria,
la gris melancolía,
el fastidio hecho carne.
Yo soy mi corazón desamparado y negro.

Ciudad, invernadero,
gruta despedazada.

Bajo tu sombra, el viento del invierno
es una lluvia triste, y los hombres, amor,
son cuerpos gemidores, olas
quebrándose a los pies de las mujeres
en un largo momento de abandono
-como nardos pudriéndose.

Es la hora del sueño, de los labios resecos,
de los cabellos lacios y el vivir sin remedio.

Pero si el viento norte una mañana,
una mañana larga, una selva,
me entregara el corazón desecho
del alba verdadera, ¿imaginas, ciudad,
el dolor de las manos y el grito brusco, inmenso,
de una tierra sin vida?
Porque yo creo que el corazón del alba
en un millón de flores,
el correr de la sangre
o tu cuerpo, ciudad, sin huesos ni miseria.

Los hombres que te odian no comprenden
cómo eres pura, amplia,
rojiza, cariñosa, ciudad mía;
cómo te entregas, lenta,
a los niños que ríen,
a los hombres que aman claras hembras
de sonrisa despierta y fresco pensamiento,
a los pájaros que viven limpiamente
en tus jardines como axilas,
a los perros nocturnos
cuyos ladridos son mares de fiebre,
a los gatos, tigrillos por el día,
serpientes en la noche,
blandos peces al alba;
cómo te das, mujer de mil abrazos,
a nosotros, tus tímidos amantes:
cuando te desnudamos, se diría
que una cascada nace del silencio
donde habitan la piel de los crepúsculos,
las tibias lágrimas de los relojes,
las monedas perdidas,
los días menos pensados
y las naranjas vírgenes.

Cuando llegas, rezumando delicia,
calles recién lavadas
y edificios-cristales,
pensamos en la recia tristeza del subsuelo,
en lo que tienen de agonía los lagos
y los ríos,
en los campos enfermos de amapolas,
en las montañas erizadas de espinas,
en esas playas largas
donde apenas la espuma
es un pobre animal inofensivo,
o en las costas de piedra
tan cínicas y bravas como leonas;
pensamos en el fondo del mar
y en sus bosques de helechos,
en la superficie del mar
con barcos casi locos,
en lo alto del mar
con pájaros idiotas.

Yo pienso en mi mujer:
en su sonrisa cuando duerme
y una luz misteriosa la protege,
en sus ojos curiosos cuando el día
es un mármol redondo.
Pienso en ella, ciudad,
y en el futuro nuestro:
en el hijo, en la espiga,
o menos, en el grano de trigo
que será también tuyo,
porque es de tu sangre,
de tus rumores,
de tu ancho corazón de piedra y aire,
de nuestros fríos o tibios,
o quemantes y helados pensamientos,
humildades y orgullo, mi ciudad,

Mi gran ciudad de México:
el fondo de tu sexo es un criadero
de claras fortalezas,
tu invierno es un engaño
de alfileres y leche,
tus chimeneas enormes
dedos llorando niebla,
tus jardines axilas la única verdad,
tus estaciones campos
de toros acerados,
tus calles cauces duros
para pies varoniles,
tus templos viejos frutos
alimento de ancianas,
tus horas como gritos
de monstruos invisibles,
¡tus rincones con llanto
son las marcas de odio y de saliva
carcomiendo tu pecho de dulzura!

ABRAHAM RIVERA SANDOVAL

ESE

Villa Ayala Mor., a 15 de mayo de 1974

Ese que va silencioso por el angosto sendero,
Ese que poquito a poco su vida dio por el pueblo,
Ese que marcha vencido por el trabajo y el tiempo,
ese que va fatigado porque ya no aguanta el pecho,
que los años ya le pesan, que le pesa el sentimiento...
Ese es el joven que un día se enroló en el magisterio.

Ese que arrastra los pies al caminar con esfuerzo,
Que luce en las sienes canas porque le llegó él invierno,
Ese de mirada triste, de ojos opacos y muertos,
Que con labios temblorosos tal vez, musita un rezo,
Ese que va por la calle la dura cuesta subiendo...
Ese fue el joven que un día fue el más querido maestro.

Ese que tiene problemas por conseguir el sustento,
Ese que cobra un mendrugo porque ya no cobra sueldo
Que con mano temblorosa firma en el renglón ajeno
Porque sus ojos no miran como vieron hace tiempo,
Ese que va por la calle cargando su sufrimiento,
Ese fue el joven que ayer tuvo vigor y talento.

Ese que va paso a paso como buscando el sendero,
Ese que sostén no tiene en ningún agrupamiento,
Ese que cierra los ojos para acariciar recuerdos
Y que a doquiera que va recibe burla y desprecio,
Ese que viene hacia tí abandonado y enfermo...
Ese fue el líder de ayer... que no lo enfangó el dinero.

Ese que sólo se alegra con el lejano recuerdo
De aquellos gloriosos días en que en todo era el primero,
El que recibió medallas, el que obtuvo el Primer Premio,
El que por su gran valía representó a nuestro suelo.
Ese que ayer fue un atleta gallardo y digno de aprecio...
Esa vida ya se apaga como se apaga un lucero.

ESE que ahora es sólo sombra que va de la vida huyendo,
Con una linda Medalla de ALTAMIRANO en el pecho
Míralo bien, juventud, mírate en él, compañero
Y una flor de tu cariño ofrécele con un beso
Que sobre su mustia frente o sobre su blanco pelo
Será su mejor regalo en este día del maestro.
Pensando que en el futuro como él serás, de seguro:
Jubilado o pensionado, una sombra que se fuga.

Que mañana al no existir en este mundo terreno,
De este ser que supo amar, que no quedará ni el recuerdo,
Y sobre el tosco ataúd del que fuera un gran maestro,
Una flor y una medalla se perderán en el tiempo,
Mientras alguien como yo, con su jarana de pueblo,
A la vida y al dolor seguirá cantando versos.

ABRAHAM RIVERA SANDOVAL

Mariquita

Traigo tortillas blancas

suaves y calientitas

buenas y tan bonitas

cómprelas marchantita.

Corriendo y sin descanso

con mi chiquihuitito

en vuelto en su ayatito

por detrás yo lo cargo



De Tetelcingo vengo

en Cuautla muy cerquita

me llaman mariquita

pero otro nombre tengo.

Soy de raza Tlahuica

mi lengua es mexicana

uso huipil de lana

y nadie me lo quita.

Un mensaje a los que debieron ser mis padres.

FIDENCIO ESCAMILLA CERVANTES


Papitos: no sé si deba llamarlos así
porque en realidad nunca lo fueron;
cuando descubriste, mamita, que estaba en ti
sentiste náuseas, pretextos mil
que papito y tú me destruyeron.

Aún recuerdo con vasta pena
hace seis meses que tú, mamita,
en una noche te diste cuenta
que estaba envuelto en tu placenta
y te dio rabia, mucha, infinita.

Sentí algo amargo, ¡más qué importaba!
uno en el vientre vive tranquilo;
el sexto hijo era yo, ¡cuánto te amaba!
sumaba días, multiplicaba,
el mismo mes me parecía un siglo.

Soñaba tanto con ver las flores,
la luz del día, mis hermanitos...;
sería bueno con mis mayores,
todos mis actos serían mejores
por ver alegres a mis papitos.

Soñaba tanto en aquel momento,
en el instante en que me tendrías;
me veía envuelto, cubierto a besos,
tú siempre, siempre me arrullarías
y mi papá me diría: “¡Travieso!”.

Mas esa noche, ¡ay!, que bien recuerdo,
llegó papá, te miró nerviosa,
corriste, y en aquel encuentro,
hablaste de mi, que me llevabas dentro,
que estabas triste, te sentías mal, temerosa.

Sentí que él se quedó inquieto,
quiso llorar, quedó en silencio,
te vio con ansia, te vio con miedo;
¡él me quería!, casi estoy cierto,
¡iba en su vida, en su pensamiento!.

Mas el demonio pudrió su mente,
le dio egoísmo, le dio veneno;
sentí temor, me quedé pendiente,
escuché llantos y gritos fuertes,
tantos reproches que se dijeron.

Mi fetal alma ya comprendía
todos los gritos, ¡falsas palabras!
pensé en vivir, que me salvarían,
que antes que nada sí me querían,
que estaban limpias aún sus almas.

Iba a ser bueno con mis papitos,
no lloraría en toda la noche,
me aguantaría, sería un hombrecito,
no lanzaría siquiera un grito
para evitarme cualquier reproche.

Cuando acostaron a mis hermanos
sentí bonito, quise ir con ellos,
eran tan buenos, ¿no había lugar?
y que importaba, así chiquito
me conformaba con estar cerca,
yo dormiría en el suelo.

Escuché entonces, papá, tu voz quebrada
por el cansancio o por el desvelo,
que era imposible que yo llegara;
más importante era que te compraras
un coche azul último modelo.

Sentí morirme, lloré en silencio
¿Eso es ser padres?, ¡yo les pregunto!
¿no me querían?, ¡¡¡por qué me hicieron!!!
¡yo no pedí venir a este mundo !

Al día siguiente, muy de mañana,
al hospital se fueron dispuestos;
miré por última vez aquella casa,
¡¡¡la que iba a ser mi casa!!!
a mis hermanos, tranquilos, quietos,
no imaginaban lo que pasaba
los niños sólo somos traviesos.

Miré aquel cuarto impecable, blanco,

y una mirada implacable, fría,
y sentí miedo, te di un abrazo,
busqué a papito, busqué una huída,
grité, lloré, me hice pedazos
porque atentaban contra mi vida.

Vi a mi papito, ¡lo vi temblando!
cuando pasábamos en la camilla;
le vi una lágrima en la mejilla
¡sí me quería!, ¡estaba llorando!

¡Sálvame!, ¡sálvame! te gritaba
te vi indeciso por un instante
pero a medida que nos llevaban
tú, mi papaíto, me abandonaste.

Cerraron puertas y te durmieron
y quedé solo, aislado, preso;
iba a morir, lo sabía, ya no imploraba;
¿para qué? ninguna súplica serviría de nada.



Sentí un dolor agudo aquí, en mi pecho,
solo un ratito y después, nada... ¡nada!.



Mi cuerpecito aún caliente
quedó en un frasco, ya estaba muerto,
el doctor dijo que próximamente
sería usado en experimentos.

Perdí mi cuerpo mas no mi alma,
que ahora descansa junto al creador,
y hoy, a casi un año de aquella infamia,
yo los recuerdo con mucho amor.

Y aunque soy ángel, a veces sufro
al ver que a solas lloran y gimen,
al acordarse a cada segundo
de aquel aborto que fue su crimen.

Se acordarán de mi por todo un siglo
en cualquier parte, en cualquier lugar,
cuando descubran a cualquier niño
que va en los brazos de sus papás.

Yo ya los he perdonado
papá, mamá, aunque en realidad nunca lo fueron
prometo velar por ustedes y por mis hermanitos;
adiós les dice para siempre:
¡EL QUE PUDO HABER SIDO SU HIJO!



Fidencio Escamilla Cervantes

A TODOS LOS NIÑOS DEL MUNDO

(Fidencio Escamilla Cervantes)

“Si un niño vive con tolerancia,
aprende a ser paciente,
si un niño vive con valor,
aprenderá a tener confianza,
si un niño vive con elogios,
aprenderá a apreciar.
Si un niño vive con honradez,
Aprenderá la justicia.
Si un niño vive con seguridad,
Aprenderá a tener fe.
Si un niño vive con aceptación y amistad,
Aprenderá a apreciar.
Los niños aprenden lo que viven”

A todos los niños del mundo,
A todos los hombres de este planeta nuestro.
A todos los niños que viven en sus miserias por los pueblos,
A los que habitan resignados en estériles desiertos,
A los que piden justicia en el propio corazón de México:
A todos esos niños diseminados por el mundo entero,
Los invitamos a escuchar estas palabras de reencuentro.

Una vez alguien dijo un comentario cierto;
“Hay que preparar al niño para la vida”
pero yo pregunto a todos los sabios de este planeta nuestro;
¿ya prepararon la vida para los niños de este tiempo?
Esa ciencia, que sólo es ciencia
Para llenar al mundo de armamento,
Donde el hombre escarba hasta el último átomo
Para darle a la bomba más efecto.

¡Silencio!
¡No! El hombre ha sido, es y será un ser perverso.
Fue producto de esta cansada tierra ¡Sí!
Pero parió un engendro.
El hombre ha sido avance de la civilización
¡Es cierto!
Ya conquistó la luna y encamina su vista al universo.
Yo vi matar una vez a un hombre
Por robar un miserable peso;
Utilizó la ciencia para su fin avieso
Y aún anda ese hombre por ahí,
Como coyote hambriento.

¿Qué prueba eso?
La humanidad no es sólo el hombre ¡Son cientos!
Millones y millones que pueblan la tierra
Y en esfuerzo común llevan ardua tarea
Para conseguir más viviendas, más escuelas,
Tú, como niño, ¿Dónde hiciste tus primeras letras?
¿Y no fue un ser humano, maestro o maestra
el que generoso te enseñó la ciencia?

¡Sí, fue un maestro, y le guardo profundo cariño!
Siempre tuvo frases de amor y consuelo
Hacia todos los niños,
Nos mostró la ciencia, quitando los cardos
Y espinas que había en el camino.
Pero un día, transformó su vida y cambió de destino.
Por los campos de batalla a nuestra escuela,
gis y pizarrón los cambió por un tanque de guerra,
y hoy combate en todas partes: como perro y perra.

¡Mentira! Se respira paz en toda la tierra.
Lo sucedido en Hiroshima ¿Quién no lo recuerda?
Lo que pasó en Nagashaki aun nos aterra.
Imposible otro conflicto mundial, tu mente está enferma
¿Porqué no irán al sur? En una islas llamadas Malvinas,
donde aun combaten la Inglaterra y la Argentina,
donde mueren hombres, mujeres y niños, donde todo es ruina, mientras que la ONU cobarde se esconde,
a hablar no se anima. Sus embajadores
se ponen de acuerdo en una cantina,
surgen las alianzas, con champaña brindan,
intercambian armamentos, los pactos se firman
para que siga la guerra, ¿Qué importan las vidas?
Esa parte del sur ¿será otra Hiroshima?
Reza un refrán: “Quien te enseña a caminar, jamás camina”

A todos los niños del mundo, pidan una vida justa,
Más unida; no queremos los ejemplos de Inglaterra y Argentina;
Gobiernos sin conciencia, hienas asesinas.
Escúchennos todos, militares y civiles;
Han llenado el alma de los niños de metrallas y fusiles,
Han hecho campos de batalla con sus juegos infantiles,
Han transformado su mirar sereno
En lanzamientos de cohetes y misiles,
Quieren hacer de sus conciencias limpias,
Autómatas armados y serviles.

Niño de este cansado mundo ¡Protesta!
Que no pongan en tus inocentes manos un cañón y
Metralletas, que tus juegos no sean
En campo de batalla y de violencia.
Escúdate en tu inocencia ¡En tu defensa!

¡En tu defensa! El hombre se revuelca
en la hediondez de su puerca conducta,
revisa mapas mundi, oráculos consulta,
provoca a la muerte, se lanza en su busca,
mata por matar, su fin no le asusta,
mata por matar, su fin no le asusta.

Ese es el ser racional llamado HOMBRE
Que en su aceda conciencia la maldad oculta.
El hombre camina hacia una destrucción perfecta.
¡Es cierto! Se va quedando sólo en su estúpido reto,
mira hacia la tierra poblada de espectros
y grita su victoria a todos los vientos.
Abriga una obsesión:
Quiere ser del mundo único dueño,
Delirio de un demente, imágenes de sueño;
Cuando cree ser grande,
El hombre mismo es más pequeño,
Tan sólo el reptil revolcándose en el suelo;
Eso sí, apto para matar, ese es su anhelo.

El hombre, siempre ha sido el hombre
Creador de conflictos,
Su nombre, con sangre en la historia lo ha escrito,
Se lanza al espacio, mira al infinito
Buscando otro mundo para el sacrificio.

Y la ciencia; esa ciencia, impune se le ha unido,
Avanzan de acuerdo para el exterminio,
Él uno, que pone el cerebro de maldad podrido,
La otra, que siembra el terror con su poder temido.
La voz de un niño, generalmente nunca es oída,
Por eso acudo a ustedes, hombres honrados
Y conciencias tranquilas.
Digan a los sabios, a todos los que habitan
Esa tierra sangrante y sufrida;
¡Que ya no armen más bombas que destruyen vidas!
¡Qué ahora inventen bombas que contengan comida!
Y las envíen a todo el mundo,
Donde existen niños con hambre y amibas.
Que en lugar de balas, las metrallas lancen
Sin fin de semillas,
Igual que cruzadas heroicas, henchidas,
Llevando el mensaje de amor a la vida.

Por eso te hablo a ti, para que tú me entiendas,
Niño de esta tierra que solloza y tiembla;
Tú, como fértil semilla que la paz engendra,
Tú, balanza imparcial que con horror contemplas
El principio y el fin de estas sucias contiendas.

Tú, que emitirás el juicio final de la ciencia,
¡Rebélate ahora, porque el tiempo apremia!
Que se escuchen todos, ve hasta sus viviendas,
Habla en mil idiomas para que te entiendan.
Demuestra que se puede cambiar esta tierra,
Que podemos sembrar una paz entre escombros de guerra.
Que queden atrás los escritos de odio y miseria,
Que ya no sea el hombre destructor del hombre,
Apoyado en la ciencia.
En una palabra: ¡Que ya no sea una bestia
Que de su misma carne se alimenta!

¡Esta es mi protesta!
Una última llamada que esparzo a los vientos,
Al alcance de los niños de todos los pueblos.
A mis hermanos todos, sean blancos o negros,
A los que llevan el hambre pegada a los cuerpos.
Un llamado de esperanza, de inicio, de reencuentro.
¡A todos los niños del mundo!
¡A todos los hombres de este planeta nuestro!

FALSA REVOLUCION

(Fidencio Escamilla Cervantes)

“Mira la tierra que te dieron, campesino:
Que poco valor a tu tenaz esfuerzo,
tú la peleaste en la revolución,
fuíste a su encuentro”.

Alguien inventó la palabra “Independencia”
Para llamar a una guerra: Revolución;
Palabra falsa. Estéril, descompuesta,
Porque aquél que la inventara,
Paseo su desvergüenza
Absorbiendo los besos de lacayos,
De hombres sin honor.

Bestias de otras naciones, vinieron
a manchar nuestra existencia,
hipnotizaron a los hombres del campo
y los llevaron a una estúpida tragedia,
les mordieron sus callosas manos
Inyectándoles rabia entre sus venas.
los envolvieron en lucha frenética,
bayoneta y fusil, muerte entre hermanos,
Mientras que ellos convivían en fiestas.

¿Dónde está mi revolución? ¡No es ésta!
no puede ser que haya parido cremas
para envolver a señoritos con riquezas,
mejillas rosadas, pelo rubio
y piel de transparencia.
¡Esta no es la revolución de Zapata!
Se la han robado, la tienen muerta.
Se la han comido poco a poco esas bestias,
¡Esas que conocemos
Y se perfuman y se peinan con esencias
Y que jamás tocaron un cañón o una escopeta!
Jamás supieron de dolor o de miseria,
Ni de angustias,
Porque ellos no brotaron de la tierra,
Nacieron de las hienas.

No es mi revolución ¡No es ésta!
Fue comprada con dólares sucios,
Producto del sudor de manos negras.
Se embarraron de tierra noble
Y aparentar así una falsa refriega;
Mataron vacas y robaron haciendas,
Fingieron una lucha inexistente
Y hoy se revuelcan en colchones de oro y seda.
¡No es mi revolución! ¡No es ésta!
Se la tragaron esos ricos de reloj
Y la escupieron en células muertas,
En pringas de sangre como cruel afrenta
A esos hombres
Que siguieron a Zapata por la selva.
¡No es mi revolución! ¡No es ésta!
Porque aquellos que ofrendaron su vida
En el fragor de las contiendas,
No han merecido un minuto de silencio
¡Ya nadie los recuerda!
Porque los héroes que aún viven
De aquellas batallas cruentas,
Hoy arrastran su dolor y su miseria
¡Para ellos no hubo recompensa!
Se la robaron los antiguos amos;
Los que nacieron con el alma negra,
Aquéllos que se alimentan con carne fresca,
Se visten de casimir usando
El último grito de la moda a la francesa.

Mientras que el débil campesino
Se alimenta de raíces y hojas secas,
Se viste con el sudor de su silueta
Y se abriga con el dolor de su impotencia.

Falsa revolución ¡Apestas!
Y ese grito es de dolor y de insolencia,
No es traición a la patria
Decir la verdad que traigo a cuestas,
Podrán decir que es blasfemia,
Pero es un grito venido desde el alma
¡Es un grito de protesta!

¡Dónde está la verdadera revolución?
La de Hidalgo y de Morelos,
La de Villa y de Zapata,
La de los hermanos Flores Magón.
No es aquella de escritorios limpios
Donde el burócrata babea y sueña;
no aquella de coches automáticos
donde funcionarios de etiqueta se pasean;
no aquella de pieles carisimas
que abrigan a una bestia con melena;
no aquella de grandes residencias
habitadas por perros sin conciencia.

¿Dónde está la verdadera revolución?
La que iniciaron Cajeme y Tetabiate en las haciendas,
La que dio insurrección a los mayas
En la blanca Mérida,
La que se pronunció contra el Valle Nacional;
La revolución que se inició en la selva;
Esa que prometió justicia al oprimido
Llevándolo de una mano a las contiendas.
Esa revolución ¡Qué venga!
No es tiempo de llorar, Ni de lanzar afrentas;
Es hora de exigir una revolución más cierta,
Es hora de aclarar las cuentas,
Es hora de exigir conciencias rectas,
¡Vamos a rescatar la patria!
¡Porque la patria... es nuestra!

LA ORACION DE UN NEGRO

(Fidencio Escamilla Cervantes)

¡Huir! ¡Huir, Mi destino es huir!
¡Ya no puedo más con este suplicio!
¡Con estas injustas cadenas en mis manos!
Qué amarga existencia me tocó vivir
Soportando en mi carne el cruel silicio
Forjado por los tratos inhumanos.

¿Porqué la vida me ha tratado así?
No tengo culpa alguna llevar este color,
Ni descender de una raza que fue esclava:
¿Qué condena he de cumplir si negro nací?...
¿ Qué pecado estoy purgando con tanto dolor?...
¿ Qué angustia en el pecho se me clava?

Cuántas generaciones habrán transcurrido
desde aquél día lleno de incertidumbre,
en que invadieron el Africa ignorada;
desde entonces me siento perseguido
por que en mí se acumuló la pesadumbre
de un pasado que limita la alborada.

Me persigue el estigma de la esclavitud,
Como un fantasma gris de mis antepasados
Abatidos por el látigo de los capataces;
Se ha visto corrompida la innata virtud
que identificaba a los seres preparados
cuando luchaban contra los entes rapaces.

En la copa del repudio me sirven hiel
Como Cáliz que purifica las condenas
Y que debo beber por todos mis hermanos;
¡Pero que importa el color de mi piel!,
si la sangre que llevo en las venas
es roja como la de todos los humanos...

¡Señor! ¡Tu que eres el creador de todo!
¡Tú que has predicado amor e igualdad!
¡Tú! ¡Apiádate de mí! ¡Escucha este ruego!
Tú hiciste al hombre con un poco de lodo
Y lo destruiste cuando imperaba su maldad,
Enviándoles tormentas de agua y fuego.

Tú que enviaste a tu hijo para redimir
A una raza pecadora que ya sucumbía,
Antela barbarie y el rito al paganismo;
Dame la espada que pueda valeroso esgrimir
Contra la furia indomable de la jauría,
Que destroza la virtud del cristianismo.

Tú puedes darme una existencia estable
Porque soy humano y merezco mejor vida:
¡Soy tu hijo, señor! ¡Cumplo tus mandatos!
Ante todos me mostraba servicial y amigable
Pero al ver la cruel recompensa recibida
Me hace huir y maldecir a los ingratos.

Azotado por el vendabal, he huido
Buscando protección en otros lares...
Pero siempre me persigue la tortura;
Mil veces he visto que han destruido
El cimiento donde erigía los pilares,
para sostener la fe de una vida futura...

La existencia me ha condenado a vagar
Como una golondrina que cruza los países,
Sin detener un instante su vuelo errante;
¡Yo quisiera construir en paz un hogar...!
¡Ser como un árbol para echar raíces... !
¡Ya estoy cansado de ser un emigrante...!

No encuentro lugar seguro para descansar
Porque siempre me acosan, me persiguen...
¡La jauría! ¡Han dado conmigo! ¿Los oyes venir?
Pero no, ¡No! ¡Ya nunca me han de alcanzar!
¡Antes muerto que esclavizado si me atosigan...!
¡Volveré a huir...! ¡Mi destino es huir! ...Huir!!!!

LOS DIEZ MANDAMIENTOS DE LA EDUCACION

(Anónimo)

1° SE HONRADO
Tanto en lo espiritual como en lo material, porque la honradez es el camino que conduce directamente a todos los campos de actividades humanas, en donde encontrarás las puertas francas.
2° SE TRABAJADOR:
Porque el trabajo lícito, cualquiera que sea te dignificará, elevándote sobre ti mismo, constituyendo un escalón en el terreno de la prosperidad por el que han de subir tus hijos.
3° SE PUNTUAL:
Porque la puntualidad es don de gentes responsables y es la llave que te servirá para abrir el duro cofre de la conciencia de los que te tratan, cualquiera que sea el terreno en que desarrolles tus actividades, la puntualidad equivale a sentido de responsabilidad.
4° SE ESMERADO:
En todos los ordenes de la vida. El esmero en el trato de tus semejantes en los trabajo que se te encomienden y en tu aspecto personal, o sea tu presencia, forman la base que te llevará a conquistar un nombre digno de ti y de los tuyos.
5° SE COMEDIDO:
El comedimiento es el mejor galardón que puede adornar tu vida, haciéndote agradable y útil a los demás. Practica la solidaridad humana como una noble virtud.
6° SE DISCRETO:
Porque la discreción es la clave que te permite penetrar a los secretos del mundo social y comercial en que vives, proporcionándote la gran satisfacción de ser consejero y confidente de los que te rodean. La indiscreción es sinónimo de vulgaridad y vida baja.
7° SE RESPETUOSO
Porque si no respetas a tus semejantes, no tienes derecho a que te respeten. El que no es respetado no tiene personalidad: pero no confundas el respeto con el servilismo.
8° SE MODESTO:
Porque la modestia es un atributo moral que te hace agradable a los demás. No eres tú el llamado a juzgar tus propios actos, porque es muy humano que al constituirte en juez y parte seas apasionado. Más vale que confieses tus defectos a que ponderes tus cualidades, “LA MEDIDA DE LA INTELIGENCIA ES LA SENCILLEZ”.
9° SE LIMPIO:
La higiene defiende y prolonga la vida. Nada hay que otorgue tanta dignidad al hombre como la limpieza que es el reflejo de la limpieza interior.
10° SE DIGNO:
En todos los actos de tu vida compórtate con dignidad que no quiere decir orgullo mal entendido o soberbia sino altura espiritual para no caer en bajezas ni vulgaridades, cualquiera que sea tu condición social.
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LOS NIÑOS DEL SUR

(Fidencio Escamilla Cervantes)

Rumbo al sur, donde termina la patria,
Más allá viven otros abriles
Que en aras de un ideal, la vida se les apaga...
Sin comer y sin dormir y por juguetes fusiles.

Y ellos son como tu hijo y el mío;
Con necesidad de afecto,
Con brazos que den abrigo,
Con miradas que den besos.

...rumbo al sur, donde comienza la selva,
entre aquellos lacandones de sencillez y nobleza;
donde existen cazadores y son los humanos presas.

Allí asustados los niños
De Guatemala regresan,
De Honduras, Nicaragua y Panamá...
Patria que en sangre está envuelta.

El niño aún no comprende
Porqué tanta gente muerta
Y aunque oye hablar a los “yanquis”
De escudriñar madrigueras...
¿Qué puede saber él de un Endara o un Noriega?

Los buitres hicieron nidos en Panamá
Y demostraron al mundo
Cómo deben ser las bestias.
Hallaron una tierra
Y su razón fue la fuerza
Y demostraron al mundo su poderío y su soberbia.

Llegaron entre los mares...
Bajaron desde la sierra
Y los niños que los vieron
Se estremecieron desde los pies a la cabeza.

...rumbo al sur, donde la guerra ya es vieja,
viven los niños que pronto tendrán razón y conciencia.
¿Qué les diremos a ellos al ver la patria desecha?
¿Qué explicación les daremos cuando el lugar de familias
entren gringos por las puertas?
¿Qué pensarán de los hombres que permitieron la ofensa?
¿Qué pensarán en la ONU estúpidas siglas muertas?
¿Qué pensarán de los padres que a casa nunca regresan?

Y cuando les hablen de paz en el salón de la escuela,
Evocarán la figura más que humana, de una bestia,
Vestida con trapos sucios de barras rojas y estrellas.

Rumbo al sur; donde todo allí es pobreza,
Carroña, muerte, maleza; los niños huyen gritando
¿Cuál paz es la que profesan? Ellos no saben de ONU,
sólo ven las rubias bestias; ignoran sí en Panamá
el sanguinario es Noriega...
sólo ven que poco a poco la patria arde como yesca...
y se acurrucan de miedo y con temor todos rezan.

Aquellos niños del sur el fin del pueblo contemplan
Se hacen muchas preguntas y ni una tiene respuesta...
Nada más ven caer los muertos que el gringo
Fueron presas, y en sus caras aún pequeñas
El miedo se les refleja. Y se duermen con espasmos
Entre el aullido de bestias que siguen regando
Sangre de la patria panameña.

...los niños del sur regresan al sureste a su selva,
llevando clavada en el alma la sangre de aquellas bestias
que se han bañado con sangre de los pies a la cabeza.

...hoy los niños del sur se aprestan a regresar a su patria,
a recordar las heridas que todavía no se cierran,
a rescatar el honor de la patria panameña;
tal vez logren el intento o mueran en esta empresa
pero es preferible morir a ser esclavo de esa bestia...
...esa que conocemos y que la paz, matando gente profesa.

MI HERMANO EL INDIO

(Fidencio Escamilla Cervantes)

En la espesura de la noche escueta
Se asoma temeroso nuestro hermano, el indio
Y entre luciérnagas que alumbran su silueta,
Camina con el miedo pegado a sus oídos.
Se ha tornado el panorama tan tétrico y sombrío
Que ya no hay salida que aclare el horizonte;
Lleno de miedo y con estómago vacío,
Huye de todos y de la maldad se esconde.

Repta en la sierra cual bicho venenoso
Y se alimenta de musgos y de malvas,
Está a la espera y mil luchas desfilan por su rostro
Contra caciques y fieros guardaespaldas.
Oyó el rumor de sus hermanos en la Chiapas
Y el corazón se abrió hacia la esperanza;
Tristes recuerdos y lágrimas se escapan
Por los surcos y heridas que trae en sus espaldas.

Mi hermano el indio, origen de esta patria
Que la quieren los buitres, ver destruida;
Se ha transformado en su misma tierra, un paria
Y ante una nueva generación: raza desconocida.
Hambre y marginación es la palabra viva
Que se eleva y se extiende en mi terruño:
Inmenso mapa que se abre como herida,
Escurriendo su sangre entre mis puños.

En Jalisco y Nayarit, los Coras y Huicholes
Se mueren por el hambre y las heladas;
Mexicaneros y huajucas, recios hombres
Otroras dueños del tigre y de las águilas:
Han caído ante las duras manos
De gentiles sin alma y sin conciencia
Haciéndolos huir hasta Durango...
Dejando atrás sus pocas pertenencias.

Desde sus con franceses y españoles,
En Oaxaca sobreviven chinantecos.
Mixes, los Huaves y los Zoques.
Y en San Luis, Hidalgo y Veracruz: Huastecos.
Se mueren de hambre en Campeche y Yucatán,
Los Mayas. Y los aniquilados en Tabasco: Los chontales.
Los lacandones huyen de la guerrilla de Chiapas,
Donde la vida se inunda con balas y con sangre.

Los nahuas se extinguen en Guerrero t en Tlaxcala.
Y en México y en Querétaro con misma suerte,
Sufren los Otomíes, la altiva raza
Que hizo las guerras floridas con la muerte.
Aún respiran Popolucas, Zapotecos y Mixtecos,
En Puebla, Oaxaca y en Guerrero;
Tal vez recordando el año sol, año conejo,
Año lagarto o simplemente el año nuevo.

Los Seris, otroras dueños del desierto,
Se calcinan al norte de Sonora.
Raza brava, que aún sin alimentos
Conservan con orgullo las raíces de su pueblo.
En Guanajuato y Michoacán viven Tarascos,
Distinguidos por los dioses con dones de artesanos;
Y en Sinaloa, los Yaquis y los Mayos
Escenifican la triste danza del venado.

Y entre la arisca sierra de Chihuahua,
Donde el águila vuela en sus dominios;
La estoica raza Tarahumara
Muere de sed, de hambre y frío.
Y allá, en el Valle, por donde corre el nazas,
Dividiendo a Coahuila y a Durango;
La civilización marca contrastes
Entre el potentado y el humilde tepehuano.

En Veracruz ya quedan pocos totonacas
Que arrastran sus miserias en selvas tropicales;
Los mismo que tzeltales y tzoltziles, allá en Chiapas,
Sin encontrar curación para sus males.
Y todos ellos son hijos de este pueblo
Y por sus venas corre la patria hecha sangre.
Sus rostros significan las lluvias y los vientos,
Y son el vivo reflejo de la tierra madre.

Mi hermano el indio, taciturno, a veces necio,
Sucumbe entre los muros de labios y de oídos
Que le han colgado etiquetas con desprecio,
Manteniéndolo arraigado en el olvido.
Hasta que un día... irremediablemente un día,
Sus manos las transforme en armas;
Los pueblos y las selvas, en guerras floridas
Y las balas, sustituyan sus palabras.

MI PAIS, OH MI PAIS

(Efraín Huerta)

Ardiente, amado, hambriento, desolado,
Bello como la dura, la sagrada blasfemia;
País de oro y limosna, país de paraíso,
país infierno, país de policías.

Largo río de llanto, ancha mar dolorosa,
República de ángeles, patria perdida.
País mío, nuestro de todos y de nadie.
Adoro tu miseria de templo demolido
Y la montaña de silencio que te mata.

Veo correr noches, morir los días, agonizar las tardes
Morirse todo de terror y de angustia.
Porque ha vuelto a correr sangre de los buenos
Y las cárceles y las prisiones militares son para ellos.
Porque la sombra de los malignos es espesa
Y amarga y hay miedo en los ojos y nadie habla
Y nadie escribe y nadie quiere saber nada de nada,
Porque el plomo de la mentira cae, hirviendo,
Sobre el cuerpo del pueblo perseguido.

Porque hay engaño y miseria y el territorio
Es áspero edén de muerte cuartelaria.
Porque al granadero lo visten
De azul de funeraria y lo arrojan
Lleno de asco y alcohol
Contra el maestro, el petrolero, el ferroviario, y así mutilan la esperanza y le cortan
El corazón y la palabra al hombre
Y la voz oficial, agria de hipocresía
Proclama que primero es el orden
Y la sucia consigna la repiten
Los micos de la prensa,
Los perros voz –de su- amo de la televisión,
El asno en su curul, el león y el rotario,
Las secretarias y ujieres del procurador
Y el poeta callado en su muro de adobe,
Mientras la dulce patria temblorosa
Cae vencida en la calle y en la fábrica.

Este es el panorama:
Botas, culatas, bayonetas, gases...
¡ Viva la libertad ¡
Buenavista, Nonoalco, Pantaco, Veracruz...
Todo el país, amortajado, todo,
Todo el país envilecido,
Todo eso, hermanos míos,
¿No vale mil millones de dólares en préstamo?
¡ Gracias, becerro de oro ¡ ¡ Gracias, FBI ¡
¡ Gracias, mil gracias, Dear Mister President ¡
Gracias, honorables banqueros,
Honestos industriales, generosos monopolistas,
Dulces especuladores;
Gracias laboriosos latifundistas,
Mil veces gracias, gloriosos vendepatrias;
Gracias gente de orden, demos gracias a todos
Y rompamos con un coro solemne de gracia
Y gratitud el silencio espectral que todo lo mancilla.
¡Oh país mexicano, país mío y de nadie!
Pobre país de pobres, pobre país de ricos.
¡ Siempre más y más pobres ¡
¡ Siempre menos, es cierto, pero siempre más ricos!
Amoroso, anhelado, miserable, opulento,
País que no contesta, país de duelo.
Un niño que interroga parece un niño muerto,
Luego la madre pregunta por su hijo
Y la respuesta es un mandato de aprehensión.
En los periódicos vemos bellas fotografías
De mujeres apaleadas y hombres nacidos en
México, que sangran y su sangre
Es la sangre de nuestra maldita conciencia
Y de nuestra cobardía.
Y no hay respuesta nunca para nadie
Porque todo se ha hundido en un dorado mar de dólares
Y la patria deja de serlo
Y la gente sueña en conjuras y conspiraciones
Y la verdad es un sepulcro.
La verdad la detentan los secuestradores,
La verdad es el fantasma podrido de Mc Carthy
Y la jauría de turbios, torpes y mariguanos
Inquisidores de huarache,
La verdad está en los asquerosos hocicos
De los cazadores de brujas,
¡ La grande y pura verdad patria la poseen,
oh, país, país mío, los esbirros,
los soldados, los delatores y los espías ¡

No, no, no, la verdad no es la dulce espiga
Si no el nauseabundo cóctel de barras y de estrellas.
La verdad, entonces, es una democracia nazi,
En la que todo sufre, suda, se avergüenza,
Porque mañana, hoy mismo,
El padre denunciará al hijo, y el hijo
Denunciará a su padre y a sus hermanos.
Porque pensar que algo no es cierto
O que un boletín del gobierno
Puede ser falso querrá decir
Que uno es comunista y entonces vendrán
Las botas de la gestapo criolla
Vendrán los gases, los insultos, las vejaciones,
Y las calumnias y todos dejaremos de ser
Menos que polvo, mucho menos que aire
O ceniza, porque todos habremos descendido
Al fondo de la nada, muertos sin ataúd,
Soñando el sueño inmenso
De una patria sin crímenes...
Y arderemos, impíos y despiadados,
Tal vez rodeados de banderas y laureles,
Tal vez lo más seguro,
Bajo la negra niebla
De las más negras maldiciones...

ORACION AL MAESTRO

(Obdulio Nunfio de León)

Maestro:
Edúcame, pero no me juzgues.
Júzgame, pero no me humilles.
Califica mi trabajo
Pero no me hagas sentir mal
Evalúa mi rendimiento
Aunque sean pequeños, livianos mis avances.
Comprendo que a más de ser un manojo de nervios
Soy un chico con problemas
Que no logro comprender.
Si tú pudiste salir con éxito
De estos problemas de la adolescencia;
Ayúdame y explícate cómo puedo hacerlo yo.
Demuéstrame cómo puedo ser mejor,
Cómo ser menos egoísta.
Dime cómo ser persona de bien en vez de castigarme
Y yo sin recibir una explicación de por qué.
Explícame como ganar tu amistad
Y la de los adultos, con respeto
Pero con confianza y con alegría.
Condúceme por el buen camino;
Ilumíname sobre los riesgos de vivir equivocadamente.
Sonríe conmigo. Tómame en cuenta.
Veme como persona.
Así estaré en condiciones
De querer educarme.
Edúcame, pero no me juzgues.
Castígame, pero no me hagas sentir mal.
Un alumno (que es decir un proyecto de vida).

ORACION A UN NO NACIDO

(Fidencio Escamilla Cervantes)

Hijo: yo sé que no me escuchas,
Aunque te siento dentro de mi vientre,
Pero tengo necesidad de decirte estas palabras.
Palabras que me harán infeliz,
Que las recordaré por siempre,
Que marchitarán mi corazón,
Que me romperán el alma;
Pero tengo que decirlas y tú escucharlas.

¡Tú no debes nacer!
No venir a este mundo poblado de injusticias,
Harto de cieno y repleto de inmundicia
Carente de amor, de hermandad y de sonrisa
Donde el látigo hambruno es la única caricia.

¡Tú no debes nacer! No en este tiempo
en que el minuto señala la hora fraticida,
en que los tanques se llenan de locos y suicidas,
en este tiempo de horas reducidas
que nos da un marcapaso del lapso de la vida.

¿Venir al mundo, ¡para qué!? ¡A la miseria!
A ser esclavo y carnada de una guerra
Que tuvo principio en el odio y dominio por la tierra;
Donde el ser humano es un pleito sin fin:
¡Tú no debes nacer!
No venir a un mundo poblado de carroña,
En donde cada humano es semilla de ponzoña,
A un mundo inhóspito y aterrador,
Sediento de venganza,
Donde cada día por venir es fiesta de matanza.
Venir a sufrir ¿Nacer para eso?
Tú que estabas llamando a ser punto del progreso,
A ser hombre útil de una patria prometida,
A ser tierra fértil de la siembra de semillas.

...Nacer ¿Para qué?...
Perdona, hijo, las palabras que te digo,
Pero es necesario decirlas y al decirlas me maldigo;
Porque he de parecer él más peor de los humanos,
Serpiente entre serpientes,
De instintos crueles y malos.

No debes nacer porque te pregunto:
¿Quién te librará de hambres y humillaciones?
Con un padre destrozado por los mismos hombres,
Con una madre sin brazos y sin piernas
Resultado fatal que dejaron las cruentas explosiones.
¿Quién te ayudará a nacer si estoy lisiada?
¿Quién amamantará tu carne pobre y flaca?
Y si lloras -porque el llanto es señal que algo té falta-
¿Quién hará una caricia a tu frente tibia y pálida?

¿A ver un mundo horroroso humeante entre las brazas?
¿A esperar la hora final de esta podrida raza?
¡No, tu no debes nacer! ¡Yo moriré contigo!
Sin piernas y sin brazos
¿Qué puede ser más cruel castigo?

Morir así, juntitos, hijo mío, es mi consuelo
Y si es cierto que reina un Dios en nuestro cielo,
A mi me ha de perdonar, a tí, abriré su reino, y
Como angelito que eres, regalarte alas
Y así puedas brincar, correr, jugar
Y montarte en las estrellas
Y en las noches tranquilas y serenas,
Iluminadas por esplendorosa luna llena,
Mires lo poco que queda de la tierra,
y mi hijo, hijito mío,
Pueda decir su vocecita tierna:
Mi madre, tenías razón:
Tu sin brazos y sin piernas,
Yo, huérfano de corazón,
Y la humanidad entre tinieblas.

Ahora se cuanto te quiero
Porque soy ángel del señor;
Mi madre, madrecita mía, ¡Tenías razón!
Y desde mi cuna, que es el cielo,
A dónde quiera que estés,
Te perdono, ¿Te perdono de todo corazón?”

¿PLATICAMOS, PAPA?

(Fidencio Escamilla Cervantes)

Papá; quiero decirte que tu lenguaje es muy extraño,
A veces no te entiendo y no es culpa de mis cortos años;
Tú dices que actúo como lo hacen mis hermanos
Y que sigo sus pasos, por eso no entiendo lo que hablamos.

Papá; ven, siéntate ¿Porqué no platicamos?
Yo también puedo aconsejarte ¿calamos?
Como dos amigos, hombre, sin molestarnos.
¡Vamos! Siéntate cómodo. ¿Empezamos?

Papá; tú me has enseñado a decir verdades, jamás mentiras,
Me haz enseñado a caminar y a mi lado tú caminas,
Pero me has negado una verdad. ¡La de la vida!
La estricta realidad; la otra cara. ¡La que extermina!

La que pasea opulenta por las calles y nos mira
Como una vez miraron los nazis la piel judía;
La que escarnia, veja, viola, roba y asesina
Los últimos latidos de decencia que se abrigan.

Tú me hablabas de paz, papá. ¡Pues nada es cierto!
Vi en las noticias que en Libia hay muchos muertos
A causa de un simple desacuerdo
Por una frontera que limita en el desierto.

Irán y Paquistán están ardiendo,
Ciudades enteras se han estado destruyendo,
Las vidas humanas ya no tienen precio,
Y tú dices que hay paz en el mundo
¡Y me lo dices riendo!

Te haz puesto pálido, papá ¿Qué pasa?
¿Te afectó lo que te dije? ¡Y lo que falta!
Las malas noticias siempre avanzan
Y se filtran hasta los últimos rincones de las casas.

Yo pensé que preparaban la vida para otra nueva raza,
Sin sobresaltos ni violencia, bajo una misma causa:
Pensando en los niños de hoy como única esperanza
Para cambiar un mundo que hacia su fin avanza.

¡Qué distancia abismal los crudos hechos!
Los proverbios de paz y de amor ya son recuerdos,
No hay la amistad ni bondad, ni el entendimiento,
Sólo el alma homicida y su cruel cerebro.

Es la herencia de ustedes y orgullosos están de ello
Porque día tras día se pelean por dar
La noticia al mundo entero;
¿Qué importa para ustedes el llanto y el desasosiego?
¿Sirven de algo las protestas de un mundo envuelto en medio?
¿Sirve de algo la protesta de una madre
que perdió a su hijo en un asalto?
¿Sirve de algo la protesta de un niño transformado en llanto?
¿Sirve de algo la protesta del que abre
los surcos con el pie descalzo?
¿Sirve de algo la protesta de la esposa
en espera del ansiado abrazo?
¿Sirve de algo la protesta avalada
por el tiempo y la luz de los ancianos?
¿Sirve de algo la protesta del obrero
que con sus hermanos se vuelve solidario?
¿Sirve de algo la protesta de aquellos
que por hambre han robado?
¿Sirve de algo la protesta de la novia
que recibe un cuerpo destrozado?
¿Sirve de algo mi protesta, para
por el sólo echo de ser un SER humano?
Antes que tú, que yo, y que muchos otros
¿Cuántos más habrán ya protestado?
Y te pregunto, papá, inspirado en mi niñez;
¿Ha servido de algo?

No me contestes ahorita;
Tú dices que el hombre debe meditar,
¿Te parece bien mañana, papá, tus besos dame,
buenas noches hoy; después... quién sabe?!

POEMA DE PLASTICO

(Fidencio Escamilla Cervantes)

Levanta tu vista dolorosa al cielo,
¡País valiente,
Entre cerdos de traidores!
brama tu rabia, escupe el duelo
que salvajemente te amordasca y descompone.

Mira mi sonrisa de plástico,
Es una sonrisa desechables
Una sonrisa grotesca,
De obreros de jornadas infinitas.

De obreros que llevan en los bolsillos
Los pesos inflados,
Pesos que se niegan a estallar.

De mi boca de plástico,
Brotan oscuras palabras desechables,
Palabras que quisieran resonar en estas calles.

Palabras que quisieran retumbar
¡En tus oídos de plástico!.

En estas calles...
Donde cada día se abortan esperanzas,
En estas paredes...
Embarradas de asfalto.

En esta tierra de pechos desnutridos
Donde circulan periódicos,
Periódicos impresos con tinta radiactiva
Y estallan bombas en las ocho columnas
De los diarios.

Sigue mirando esta mueca de plástico,
Sigue escuchando estas palabras desechables,
En este planeta desechable:

Botellas desechables,
Promesas de plástico,
Gobernantes desechables,
Decretos desechables.

¿Dinero?
La casa blanca se ocupará de ello,
Ese imperio geométrico es alguien
Que con cinco lados edifica latrocinios
En este continente, conquistado desde siempre.

Continuemos hablando con palabras desechables,
En este México de plástico,
Donde los salarios están erosionados.

Hablemos del petróleo:
¿Qué es el petróleo?
El petróleo es nuestra riqueza,
Pero también es nuestra pobreza,

Es nuestra esperanza,
Pero también es nuestra miseria,
¡El petróleo es nuestra victoria!
Pero también es nuestra derrota.

El petróleo es de color negro
Como negra es nuestra esperanza,
Negro es el llanto de las niñas prostitutas,
Como negras son las manos de los funcionarios
Fraudulentos.

¡Políticos que roban la sangre del obrero!,
Ministros que trafican la sangre del obrero,
¡Funcionarios que jamás, pisaron cárcel
porque el voto nuestro lo protege!.

PORQUE ME QUITE DEL VICIO

(Carlos Rivas Larrauri)

No es por hacerles desaigre...
Es que ya no soy del vicio...
Astedes me lo perdonen,
Pero es qui hace más de cinco
Años, que no tomo copas,
Anqui ande con los amigos...
¿Qué si no me cuadran?... ¡Harto!
Pa’ que he de hacerme el santito;
Si he sido rete borracho...
¡Como pocos lo haigan sido!
¡Pero ora ya no tomo,
manque me lleven los pingos!
Desde antes que me casara
Encomencé con el vicio,
Y, luego ya de casado
También le tupí macizo...
¡Pobrecita de mi vieja!
¡Siempre tan güena conmigo!
¡por más que l’hice sufrir
nunca me perdió el cariño!
Era una santa la probe,
Y yo con ella un endino,
Nomás porque no sufriera
Llegué a quitarme del vicio,
Pero poco duró el gusto...
La de malas se nos vino
Y una noche de repente,
Quedó como un pajarito...
Dicen que jue el corazón...
Yo no sé lo que haiga sido;
Pero siento en la conciencia
Que jué mi vicio cochino!
El quiso que nos dejara
Sólitos a mí y a m’hijo,
Un chipayate güerfanito
A l’ edá en que más falta
La madre con su cariño.
Me sentí desesperado
De verme sólo con m’hijo...
¡Pobrecita criatura!
¡Mal cuidado... mal vestido!
Siempre sólo... recordando
El ángel que bía perdido.
Entonces pa’ no pensar
Golví a darle recio al vicio
Porque poniéndome chuco
Me jallaba más tranquilo
Y cuando ya staba briago
Y casi juera de juicio
Parece que mi dejunta
Taba allí conmigo.
Al salir de mi trabajo,
M’ iba yo con los amigos
Y luego ya a medios chiles,
Marcaba ya harto refino
Y regresaba a mi casa
Onde mi aguardaba m’ hijo.
Y allí... ¡duro! Trago y trago
Hasta ponerme bien pítimo...
¡Y aistaba la tarugada!
Ya indinantes les he dicho
Lueguito vía a mi vieja
Que llegaba a hablar conmigo
Y encomenzaba a decirme
Cosas de mucho cariño,
Y yo a contestar con ella,
Como si fuera dialtiro
Cierto lo que estaba viendo,
Y en tanto mientras que m’hijo
Si abrazaba a mí asustado
Diciéndome el probe niño:
“Onde está mi mamacita...
dime onde esta papacito...
¿Es verdá que ti esta hablando?
¿Cómo yo no la diviso?
“Pos qué no la ve tarugo...
“Vaya que li haga cariños!
¡Y el pobrecito lloraba
y pelaba sus ojitos
buscando ritiasustado
a aquélla a quien tanto quiso!
Una nochi al regresar
D’ estarle dando al oficio,
Llego y al abrir la puerta,
¡Ay, Jesús, lo que diviso!
Hecho bola sobre el suelo
Taba tirado mi niño
Risa y risa como un loco,
Y pegando chicos gritos...
“¿Qué te pasa?... ¿Qué te sucede?...
¿Ti has güelto loco dialtiro?...”
pero entonces, en la mesa
vide el frasco del refino
que yo bía dejado lleno,
enteramente vacío...
luego luego me di cuenta
y me puse retemuino.
“¿Qui has hecho, izcuincle malvado?
¡Ya bebites el refino!...
¡pa’ qui aprendas a ser güeno
voy a romperte el hocico!...”
y luego con harto susto
que l’hice golver al juicio,
y con una voz de angustia
que no he di olvidar me dijo:
“¡No me pegues, no me pegues,
no soy malo papacito,
jué por ver a mi mamita
como cuando habla contigo...
¡Jué pa´que ella me besara
y m´hiciera hartos cariños!
...............................................
desde entonces ya no tomo,
onqui ande con los amigos.
No es por hacerles desaigre,
Pero ya no soy del vicio...
Y cuando quero relajarme
Porque sento el gusanito
De tomarme alguna copa,
Nomás mi acuerdo de m’hijo
Y entonces ya no tomo
¡anque me lleven los pingos!...

SEMBRANDO

(Angel Belmonte)

De aquel rincón bañado por los fulgores;
Del sol que nuestro cielo triunfante llena,
De la florida tierra donde entre flores
Se deslizó mi infancia dulce y serena.
Envuelto en los recuerdos de mi pasado;
Borroso cual lo lejos del horizonte,
Guardo el extraño ejemplo nunca olvidado
Del sembrador más raro que hubo en el monte.
Aun no sé si era sabio, loco o prudente,
Aquel hombre que humilde traje vestía;
Sólo sé que al mirarle toda la gente...
Con profundo respeto se descubría.
Y es que acaso su gesto severo y noble
A todos asombraba por lo arrogante;
Hasta los leñadores mirando al roble
Sienten la majestad de lo gigante!
Una tarde de otoño subí a la sierra
Y al sembrador, sembrando vi risueño
Desde que existen hombres sobre la tierra
Nunca se ha trabajado con tanto empeño!
Quise saber curiosa lo que el demente sembraba
En la montaña sola y bravía;
El infeliz oyome benignamente
Y me dijo con honda melancolía:
Siembro robles, pinos y sicomoros;
Quiero llenar de frondas estas laderas,
Quiero que otros disfruten de los tesoros
¡Qué darán estas plantas cuando yo muera!
¿Porqué tantos afanes en la jornada,
sin buscar recompensas?
Y el loco murmuró con las manos sobre enlazadas
¿Acaso tú imaginas que me equivoco?
¿Acaso por ser niña te asombre mucho?
El soberano impulso de mi alma siente;
Por los que no trabajan, trabajo y lucho,
Si el mundo no lo sabe Dios me comprende;
Hoy es el egoísmo torpe a quien rendimos culto
De varios modos. Si rezamos,
pedimos sólo el pan nuestro
nunca al cielo pedimos para todos!
En la propia miseria los ojos fijos,
Buscamos las riquezas que nos convienen
Y todo lo arrastramos por nuestros hijos
¿Es que los demás hijos padres no tienen?
Vivimos siendo hermanos sólo en el nombre
Y en las guerras brutales con sed de robo,
Hay siempre un fratricida dentro del hombre.
Y el hombre para el hombre, siempre es un lobo
Por eso, cuando al mundo; triste contemplo
Yo me afano y me impongo una ruda tarea
Y sé que vale mucho mi pobre ejemplo,
Aunque pobre y humilde parezca y sea...
¡Hay luchar por todos los que no luchan!
¡Hay que luchar por todos los que no luchan!
¡Hay que pedir, por todos los que no imploran!
¡Hay que pedir, por todos los que no imploran!
¡Hay que hacer que nos oigan los que no escuchan!
¡Hay que hacer que nos oigan los que no escuchan!
¡Hay que llorar por todos los que no lloran!
¡Hay que llorar por todos los que no lloran!
¡Hay que ser cual abeja en la colmena
que fabrica para todos dulces panales!
Hay que ser como el agua que va serena
Brindando al mundo frescos raudales
Hay que imitar al viento que siembra flores
Lo mismo en la montaña que en la llanura:
Y hay que vivir la vida sembrando amores,
Con la vista y el alma siempre en la altura.
Dijo el loco, y con honda melancolía
Por las breñas del monte siguió trepando
Y al perderse en las sombras, aun repetía:
¡Hay que vivir sembrando! ¡¡Siempre sembrando!
¡Sembrando, siempre sembrando!

SERAS HOMBRE HIJO MIO

(Rudyard Kipling)

Si logras estar firme cuando en tu derredor
Todo el mundo se ofusca y tacha tu entereza;
Si cuando dudan todos, fías en tu valor
Y al mismo tiempo sabes excusar tu flaqueza;
Si puedes esperar y a tu afán poner brida
O ser blanco de mentiras esgrimiendo la verdad,
O siendo odiado al odio no dejarle cabida
Y ni ensalzas tu juicio ni ostentas bondad.

Si sueñas, pero el sueño no se vuelve tu rey;
Si piensas y el pensar no mengua tus dolores;
Si el triunfo y el desastre no te imponen tu ley
Y los tratas lo mismo como a dos impostores;
Si puedes soportar que tu frase sincera
Sea trampa de necios en boca de malvados
O mirar hecha trizas tu adorada quimera
Y tornar a forjarla con útiles mellados.

Si todas tus ganancias poniendo en un montón
Las arriesgas osado en un golpe de azar
Y las pierdes, y luego, con bravo corazón,
Sin hablar de tus pérdidas vuelves a comenzar;
Si puedes mantener en la ruda pelea
Alerta el pensamiento y el músculo tirante
Para emplearlos cuando en ti todo flaquea
Menos la voluntad que te dice ¡adelante!

Si entra la turba das a la virtud abrigo;
Si marchando con los reyes del orgullo has triunfado;
Si no puede herirte ni amigo ni enemigo;
Si eres bueno con todos, pero no demasiado.
Y si puedes llenar los preciados minutos
Con sesenta segundos de combate bravío,
Tuya es la tierra y todos sus codiciados frutos,
Y lo más importante, serás hombre hijo mío.

Mi padre

Juan de Dios Peza

Yo tengo en el hogar un soberano,
único a quien venera el alma mía;
es su corona su cabello cano,
la honra su ley y la virtud su guía.

En lentas horas de miseria y duelo,
lleno de firme y varonil constancia,
guarda la fé con que me habló del cielo
en las horas primeras de mi infancia.

La amarga proscripción y la tristeza
en su alma abrieron incurable herida;
es un anciano, y lleva en su cabeza
el polvo del camino de la vida.

Ve del mundo las fieras tempestades,
de la suerte las horas desgraciadas,
y pasa, como cristo el Tiberiades,
de pie sobre las ondas encrespadas.

Seca su llanto, calla sus dolores,
y sólo en el deber sus ojos fijos,
recoge espinas y derrama flores
sobre la senda que trazó a sus hijos.

Me ha dicho: "A quien es bueno, la amargura
jamás en llanto sus mejillas moja:
en el mundo la flor de la ventura
al mas ligero soplo se dehoja.

"Haz el bien sin temer al sacrificio,
el hombre ha de luchar sereno y fuerte,
y halla quien odia la maldad y el vicio
un tálamo de rosas en la muerte.

"Si eres pobre confórmate y sé bueno;
si eres rico protege al desgraciado,
y lo mismo en tu hogar que en el ajeno
guarda tu honor para vivir honrado."

"Ama la libertad, libre es el hombre
y su juez más severo es la conciencia;
tanto como tu honor guarda tu nombre,
pues mi nombre y mi honor forman tu herencia".

Este código augusto, en mi alma pudo
desde que lo escuché, quedar grabado;
en todas las tormentas fue mi escudo,
de todas las borrascas me ha salvado.

Mi padre tiene en su mirar sereno
reflejo fiel de su conciencia honrada;
¡cuánto consejo cariñoso y bueno
sorprendo en el fulgor de su mirada!

La nobleza del alma es su nobleza;
la gloria del deber forma su gloria;
es pobre, pero encierra su pobreza
la página más grande de su historia.

Siendo el culto de mi alma su cariño,
la suerte quiso que al honrar su nombre,
fuera el amor que me inspiró de niño
la más sagrada inspiración del hombre.

Quiera el cielo que el canto que me inspira
siempre sus ojos con amor lo vean,
y de todos los versos de mi lira
éstos los dignos de su nombre sean.

Un Consejo De Familia

¿Quién en la miseria y el amor concilia?
Esto más que un problema es un misterio.
Para hablar de un asunto que es tan serio,
hubo ayer un consejo de familia.

Hizo de presidente del concejo
un hombrecito al que la edad agobia,
y que además del chiste de ser viejo,
es, nada menos, padre de mi novia.

A su lado, y en cómoda poltrona,
con franco y natural desembarazo,
estaba una señora setentona
con un perro faldero en el regazo.

Y en derredor, con rostros muy severos,
prontos a discutir y meter baza,
estaban cual prudentes consejeros
seis a siete visitas de la casa.

Y entre todos, causando maravilla,
de gracia y juventud, rico tesoro,
como un ángel, sentada en una silla
estaba la mujer a quien adoro.

Con que, vamos a ver, dijo indiscreta
la madre, por anciana impertinente,
¿es verdad que eres novia de un poeta?
¿Sueñas con los laureles de su frente?

-Puesto que lo sabéis, dijo la niña,
no lo puedo negar: le quiero mucho.
-Mereces, dijo el padre, que te riña.
Y la anciana exclamó: -¡Cielos! ¡qué escucho!

¡Blasfemia intolerable que me irrita!
-¡Habráse visto niña descarada!
Dijo en tono burlón una visita
pegándose en la frente una palmada.

-Los versos nada más son oropeles.
Dijo la anciana en tono reposado,
y apuesto que no sirven sus laureles
ni para sazonar el estofado.

¡Un novio soñador y sin dinero!
Hija, esto sí que nadie lo perdona;
ya que tiene corona y no sombrero,
fuera mejor usara su corona.

-Los hombres, dijo el padre, son perversos
pero más los poetas de hoy en día.
Quizá te piense alimentar con versos,
y eso vas a comer ¡pobre hija mía!

-O, quién sabe, agregó con triste acento
una visita, al parecer piadosa,
si se irán a poblar el firmamento
o a vivir en el cáliz de una rosa.

-Puede ser, interrumpe otra persona,
que intente levantar, llegado el caso,
a orillas de la fuente de Helicona,
un palacio en las faldas de Parnaso.

El regalo de boda, amigo mío,
tendrá joyas riquísimas y bellas
junto a un collar de perlas del rocío,
el manto azul del cielo y sus estrellas.

Envidia te tendrán los serafines,
pues tendrás, deleitando tu hermosura,
una alfombra de nardos y jazmines
y un ruiseñor que cante en la espesura.

El marido feliz te dará un beso
diciendo: ¡tengo un ángel por esposa!
¿Y a la hora de comer? ¡quién piensa en eso!
¡para el poeta la comida es prosa!

Un coro de estridentes carcajadas
satíricas, terribles, infernales,
convirtió las mejillas en granadas
al ángel de mis sueños celestiales.

-¿Conque piensas seguir esos amores,
tú, la más infeliz de las mujeres,
piensas con el aroma de las flores
vivir entre la dicha y los placeres?

¿A qué alta sociedad, hija querida
te llevará ese amor del cual abusas?
¡Ha de ser muy monótona la vida,
sin tener más visitas que las musas!

Otra risa estalló ¡bendita risa!
Entonces ella abandonó su asiento,
y con grave ademán y muy de prisa
salió, sin vacilar, del aposento.

Llamáronla mil veces, pero ella,
espléndida, graciosa, soberana,
como asoma en los cielos una estrella
el rostro fue a asomar a la ventana.

-Ven, me dijo, mitad del alma mía.
Dicen que amarte es prueba de torpeza,
que por pobre te olvide ¡qué ironía!
que te deje por pobre ¡qué tristeza!

Como no te comprenden, ya por eso
destruir mis amores se concilia.
Yo siempre seré tuya: dame un beso;
¡se ha lucido el consejo de familia!

MAISTRITO DE PUEBLO

Abraham Rivera Sandoval

Que ya te dije que no
y tus caprichos no acepto,
Aunque me dejes de hablar,
aunque te sientas molesto;
Y aunque me hagas sentimiento
no he de darte mi permiso...
Antes, té lleno de cuero.

Tanto dinero gastado,
Tanto celo, tanto empeño,
La primaria, secundaria,
Prepa y curso propedéutico.
Tanta hablada de tu parte
Con todos tus compañeros
Diciendo... que tú serías
Un profesionista bueno,
Que ibas para licenciado
O que si no... serías médico,
Contador, militar, cura,
Político o ingeniero.

Y hoy que estás como chiflado
O loco te estás volviendo
Me sales de babosote
Con la idea de ser maestro.
Tanto dinero gastado...
Tanto afán y tanto empeño
Tantas felicitaciones
De amigos y compañeros,
Para que hoy... con gran cinismo
Tú me digas... ya no quiero
Llegar a ser burgués cursi
Si no preciado maestro.

¿Qué, no te va a dar vergüenza
de rebajarte tan feo?
¿Qué no vas a sonrojarte
de bajar a tal empleo?
¿MAISTRITO?... que grande cosa,
que dignidad... que talento...
que porvenir... que importancia,
que prestigio... que abolengo.

MAISTRITO DE ESCUELA... un torpe
Que nada sabe de cierto,
Haragán, irresponsable,
Vago, pobre... un majadero.

MAISTRITO... sólo un don nadie
Un vulgar vago de pueblo,
Que va a organizar plantones,
Marchas, huelgas y jaleos.
Un flojo que sólo quiere
Ganar dinero y dinero
Sin importarle a los niños
Ni sentir el magisterio.
Que no venera a la patria
Hombre ruin, politiquero,
Pues para él sólo es valioso
Pasarla de mitotero.

Explíqueme... licenciado
Dígame usted, ingeniero
¿Qué va a enseñarle a los niños?
¿ Cómo va a orientar al pueblo?
¿Cómo va exponer su clase
a los niños de primero,
si usted no sabe contar,
ni jugar, ni estar contento,
ni sabe del trato amable
y menos contar un cuento
y sólo sabe vestirse
más o menos de... cirquero?

Muy sabihondo el hombrecito
Que ni quebrados, ni enteros,
Ni decimales, ni nada,
¿Sabe el señor embustero?
Conque... ya dije que no
Y no me siga moliendo...
Que normal, ni que normal...
No quiero que seas maestro.
Antes te llevo al ejido
Para que seas jornalero
Pa’ que el sol te dé en el lomo
Y te pongas fuerte y prieto.

ASI ME DIJO MI PADRE
Y YO QUE MUCHO LO QUIERO
BAJE LA FRENTE Y SALI
DICIENDOLE... ESTOY DE ACUERDO
YO SERE LO QUE USTED DIGA
EN VERDAD... SE LO PROMETO
PERO... YA NO ESTE ENOJADO
PUES LE HACE DAÑO... Y ME APENO.

Salí a la calle, vagué
Por las calles y los huertos,
Por el jardín, la placita,
Por la iglesia y el colegio...
Miré a los peones cansados
Sudorosos, sin aliento,
Poniendo sobre un papel
Sólo la huella del dedo.
Vi a las mujeres descalzas
Cargando leña del cerro,
Y vi niños, muchos niños
Hurgar en los basureros.

Recogí desesperado
A esa gente de mi pueblo,
A esas gentes sin fortuna,
Sin rendición, ni consuelo.
Los metí en mi corazón,
En mi entraña, en mi cerebro,
Les di patria en mi conciencia,
Y me confundí con ellos.
Allí frente a aquellos niños
Frente a esos niños enfermos,
Pensé que eran angelitos
Despreciados por el cielo.
Miré que no tenían alas
Los miré casi sin cuerpo,
Angeles sin un hogar,
Sin virgen, sin padre nuestro.

Y pensé... si me aferrara
A ser licenciado o médico,
Contador, conferencista,
Sacerdote o ingeniero,
¿Cómo podría despertar
la conciencia de mi pueblo?
¿Qué les favorecería
que yo lograra alto empleo,
Sí ni justicia, ni amor,
ni palabras de consuelo
podría darles y ofrecerles
para calmar su tormento?...

entonces volví a mi hogar,
todo lo tenía resuelto,
llamé a mi padre y le dije:
“Yo a usted mucho lo respeto...
comprendo sus sacrificios,
Sé de sus ansias y sueños.
Pero hoy... quiero que me escuche,
Por favor... sólo un momento.

Si quiere que sea feliz
Y desea que sirva al pueblo.
Si quiere que colabore
Para mejorar a México.
Si usted quiere que mi vida
La dedique a lo que quiero
Luchando por la igualdad,
Por la ciencia y el progreso...
Deje padre, que yo tenga
La profesión con que sueño.
Deje que yo sea feliz
Con mis niños sin colegio.
Deje que con mi vocación
Se torne clase y recreo,
Que sea lección de cariño,
Que sea canto, que sea verso,
Que pueda yo ser lucero
Con la luz del alfabeto.

Que pueda ser manantial
Que sacie la sed del pueblo.
Déjeme sufrir... luchar,
Déjeme vivir con ellos
Para lograr educarlos,
Para construir un colegio.
Déjeme padre... que luche...
Deme permiso le ruego
Para sembrar esperanzas,
Para apuntalar anhelos.
Deje que forme una escuela,
Escuela a los cuatro vientos,
Escuela de libertades
Donde haya luz y contento.
Deme permiso papá...
Que yo sea un maistrito de pueblo
Que marque programas justos,
Que trace caminos nuevos.
Deje que siembre la miel
Deje que propicie el vuelo
De esa águila que parece
No tener alas ni aliento
Deje que escuche mi voz
El militar, el gobierno,
El sacerdote, el artista,
El paria y el jornalero,

Si ya mi hermano es doctor
Y el mayor ya es ingeniero,
¿Porqué no permite usted
que yo... me torne maestro...
Sí ellos en su ingratitud
ya han formado un mundo nuevo
de explotación, de egoísmo,
de lujos y de dinero.
Si de usted se han olvidado,
Si ya no vienen al pueblo,
Y en su situación burguesa
Gratitud y amor han muerto.
Si ellos saben que aquí, en casa,
Hay pobreza y hay apremio,
Porque ni por caridad
Lo atienden cuando está enfermo?...

Mi padre quedó pensando
Silencio guardó un momento...
Luego me abrazó y me dijo
Si... muchacho... te comprendo:
Vete a luchar hijo mío
Yo esperaré tu regreso,
Sabiendo que traerás cosas
Logradas con fe y empeño.
Cuando vuelvas hijo mío
Vamos a estar muy contentos
Y se llenará la casa
Con tu amor y tus pequeños.
Si aquí no me encuentras,
Sé que tendrás el consuelo
De volver a esta tu casa
De regresar a tu pueblo.
Yo sé que vendrás por verme,
Tú vendrás por este viejo
Y querrás con toda tu alma
Enseñarme el alfabeto.

Más si aquí no me encuentras
Ve a buscarme al cementerio
Y ahí sólitos los dos
Envueltos en el silencio
Me dirás de tus afanes,
De tus luchas, tus proyectos,
De tus sencillas tareas
De tu honor y de tus éxitos.
No me traigas flores, hijo,
Yo sé que no las merezco,
ni cruz, ni ceras, ni nada,
sólo quiero tu recuerdo.

ANDA HIJO MIO... vete ya .
México espera tu esfuerzo,
Te espera el hombre ignorante
Y los niños macilentos,
Yo aquí me quedo esperando
Con orgullo verdadero,
Porque sé que cumplirás
Ser prestigiado maestro.
Anda hijo mío... vete ya.
Que si de momento muero
Con orgullo gritaré:
MI HIJO... ES MAISTRITO DE PUEBLO.
LA VERSION ORIGINAL SE LLAMA MAISTRITO DE PUEBLO